La revista británica The Economist criticó duramente la política ambiental del presidente colombiano Gustavo Petro en un artículo titulado “The green promises of Colombia‘s president ring ever more hollow”, en el que plantea que las ambiciosas promesas ecológicas del mandatario se están desmoronando ante la realidad energética del país.
En primera instancia, expone que Petro ha logrado avances simbólicos como detener la aprobación de nuevos contratos de exploración de petróleo y gas —convirtiendo a Colombia en el primer gran productor en tomar esta medida— y promover la prohibición del fracking en el Congreso.
No obstante, The Economist sostiene que su gobierno enfrenta serias contradicciones. La principal: Colombia continúa dependiendo de los hidrocarburos, especialmente del gas natural, cuyas reservas han caído un 58 % desde 2012.
La publicación señala que, pese a que el presidente ha insistido en que las reservas actuales garantizan la transición energética, los datos no respaldan esa narrativa. Prueba de ello es que, por primera vez en casi medio siglo, el país tuvo que importar gas en 2024 para abastecer hogares e industrias.
Ante este panorama, el gobierno ha buscado opciones internacionales, como restablecer relaciones energéticas con Venezuela. Sin embargo, factores como el deterioro del gasoducto binacional y las sanciones de Estados Unidos han bloqueado esa posibilidad.
En su lugar, Colombia firmó un acuerdo con Qatar para importar gas licuado, una decisión que, según The Economist, podría triplicar los costos y aumentar hasta en un 50 % las emisiones contaminantes respecto al gas nacional.
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El hallazgo de un importante yacimiento en el Caribe —bajo una licencia anterior a la administración Petro— fue celebrado por el gobierno, pues podría triplicar las reservas actuales a partir de 2029. Aun así, la publicación británica cuestiona que Petro mantenga su rechazo a nuevos contratos de exploración, lo que pone en duda la coherencia de su estrategia energética.
“La presidencia de Petro, que alguna vez fue fuente de esperanza para los ambientalistas, ahora parece una advertencia”, dijo el medio.
Finalmente, el artículo advierte que la transición hacia energías renovables avanza lentamente por obstáculos técnicos, sociales y políticos. Importar gas encarece la energía y contradice su agenda verde. Además, la inestabilidad gubernamental y las dudas sobre las finanzas públicas dificultan implementar proyectos sostenibles. Así, las metas ambientales del gobierno parecen cada vez más inalcanzables.
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