Los bajos ingresos del Gobierno, el peso de los compromisos adquiridos y la limitada capacidad de endeudamiento que tiene Colombia conforman hoy por hoy el principal problema del país y el factor por el cual la calificación soberana podría seguir bajando.
Agencias como S&P Global Ratings le han cobrado esta situación al país al cambiar la perspectiva de estable a negativa en enero de este año, a pesar de haber mantenido la calificación del país en BB+, aunque esta está por debajo del grado de inversión. La pregunta es qué puede pasar a futuro si el país sigue en la cuerda floja.
“Lo que el Gobierno está haciendo es positivo, incluso oficializó un recorte de gasto, aunque de menos de $30 billones. Muchas entidades señalan que probablemente se va a necesitar un esfuerzo adicional”, dijo Manuel Orozco, analista líder en S&P Global Ratings y analista del soberano de Colombia.
Para el experto, la clave está en cómo se consolidan las intenciones de llegar a un equilibrio fiscal y el panorama no es alentador, pues la economía se desaceleró frente a lo que era hace 10 años, no lidera el desempeño en la región, la resiliencia está más vulnerada y el país se parece más a otros que tienen problemas “eso es lo que refleja la perspectiva negativa”.
De entrada, S&P Global Ratings califica un déficit fiscal del 5,6 % del PIB como alto y cree que la perspectiva de reducirlo es difícil por los bajos ingresos, principalmente tributarios, con todo y que el gobierno está subejecutando su presupuesto a niveles históricos.
“El débil desempeño de la economía se traduce en menor recaudo y deterioro fiscal. Y no es cosa menor que la expectativa de recaudo estuviera por fuera de la realidad, también preocupa que se pueda recuperar en 2025 porque el ingreso sigue siendo un poco optimista”, explicó Orozco.
Orozco insistió en que la calificación también es vista como la capacidad de resiliencia para enfrentar futuros choques externos e internos a través de deuda. “Pero con un nivel de deuda neta de casi el 60 % del PIB y 15 puntos de colchón en una región como América Latina, donde las economías son muy vulnerables, eso puede influir en la calificación”, señaló.
Contexto económico colombiano
Frente a otros países, Colombia pertenece al club de las naciones que vieron rebajas en su calificación, como Brasil, México y Panamá en medio de un proceso de ajuste económico que, para la mayoría de los casos, se viene dando desde la pandemia.
Y si bien la Regla Fiscal como tal no se califica, en opinión de Orozco, esta ha ayudado a institucionalizar el debate: “en Colombia es notorio que la presión política y el conocimiento social tienen que ver mucho con esa regla, un factor positivo porque es parte de la institucionalidad”.
Sin embargo, también es cierto que contar con una Regla Fiscal no impidió que el país empezara a aumentar su deuda desde 2014. “La regla no está capturando o previniendo al 100 % el riesgo de sobrestimar ingresos o frenar el gasto; hay beneficios de cumplirla, pero ella no resuelve por sí sola”, señaló el experto.
A principio de año, al problema del desbalance fiscal se sumó el del bajo crecimiento económico, luego de un 2023 en el que el Producto Interno Bruto (PIB) varió apenas 0,6 % e incluso se registraron cifras negativas, específicamente en el tercer trimestre. Para la fecha, muy pocos analistas ponen en duda la capacidad del país de llegar a tasas del 3 % (potencial histórico) en un poco más de un año.
El crecimiento económico, que con corte al tercer trimestre va en 1,6 %, dejó de ser un asunto sobre la mesa para muchos porque varía a un ritmo superior a lo proyectado; sin embargo, las consecuencias no han dejado de sentirse. S&P Global estima que este año la economía se habrá expandido un 1,7 % y que para 2025 la cifra llegará al 2,5 %.
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