Seguridad energética, ¿qué tanto se afecta si se suspende el fracking?

Hay temores en el sector de energía porque se asegura que, con las propuestas del gobierno electo, se está poniendo en la cuerda floja la seguridad energética

La importancia del gas GLP para la diversificación energética de Colombia
Imagen tomada de: boliviaenergialibre.com

En medio de la coyuntura por la que atraviesa Colombia tras las elecciones presidenciales y unos vientos de recesión económica global, siguen surgiendo más temores sobre el futuro cercano económico colombiano. Lea más de energía.

Uno de esos temores tiene que ver con el sector e industria de energía del país, sobre todo porque algunos aseguran que, con las actuales propuestas del gobierno electo, se está poniendo en la cuerda floja la seguridad energética nacional.

Anuncios como no habilitar más contratos de exploración petrolera o no permitir que operen proyectos que se basen en fracking tienen en el ojo del huracán a esta industria y de paso gran parte de la economía nacional.

De acuerdo Luz Stella Murgas, presidente de la Asociación Colombina de Gas Natural (Naturgas), es clave que el gobierno de Gustavo Petro no renuncie a la exploración de gas en el país, ya que es el combustible por excelencia que permite hacer una transición adecuada a las energías limpias.

“Debemos seguir explorando áreas sobre las cuales no hemos obtenido información geológica suficiente. Si hay interés de inversionistas por explorar nuevas áreas y por eso Colombia debería mantener esa posibilidad a futuro para poder garantizar el gas natural y el acceso al mismo”, aseguró Murgas.

Entre tanto, Luis Felipe Gómez, presidente de Agremgas, aseguró que el hecho de que Colombia deje de lado el fracking afecta directamente en las reservas de gas natural e incrementa una mayor certeza de importación de este energético en mediano plazo.

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Sin mencionar que los precios pueden jugar en contra, pues es muy probable conseguir gas natural mucho más costoso que el nacional. “El GLP sale en 70 % de Cusiana y Cupiagua de campo de gas natural, por lo tanto, a menos gas natural también hay menos gas licuado de petróleo (GLP – o gas de pipeta)”, precisó el dirigente gremial.

Además, el gremio indicó que en la realidad colombiana hay 1,6 millones de familias que aún cocinan con leña, que tienen una alternativa para acceder al GLP como combustible de transición energética: por su facilidad de acceso.

“También es clave recordar que el gas natural importado, a mucho mayor precio que el nacional, el usuario lo verá claramente reflejado en su factura de consumo. Sin mencionar que Colombia tiene petróleo y gas a un precio más económico que el internacional y que los debe aprovechar durante el periodo de transición (de 30 años aprox), mientras se implementan las energías renovables más eficientes y estables”, manifestó Gómez.

Seguridad energética, la prioridad

Valora Analitik habló con Tomás González, director del Centro Regional de Estudios de Energía (CREE), quien explicó que sí puede haber, en algún momento, un tipo de tensión entre llegar la carbono neutralidad y el abastecimiento de energía.

“Lo que tiene que hacer el país, precisamente, es buscar de dónde va a salir la energía para que la gente pueda hacer lo que tiene que hacer. Y eso supone un cambio gigantesco porque es cambiar la forma en la que producimos y consumimos energía: esto no es solo un problema de los generadores, sino de todos los colombianos”, aseveró González.

Según el experto, si no se logra acompasar bien todo el cambio tecnológico para producir energía de bajas emisiones, consumirla adecuadamente y se marchita las opciones de energía que tiene el país en la actualidad, es muy probable que existan problemas de abastecimiento.

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Resaltó que el gas natural es el combustible fósil que menos emisiones de gases efecto invernadero genera en comparación con otros fósiles; además, de ayudar a mejorar la calidad del aire de las ciudades.

“Pero tenemos gran incertidumbre sobre cómo hacer la oferta de gas: ahí tenemos que preguntarnos si vamos a desarrollar las reservas que tenemos ahí, vamos a apuntarle a los desarrollos costa afuera, a aportarle al gas no convencional y al fracking, o vamos a irnos con gas importando”.

Tomás González destacó que si Colombia decide irse por el gas importado es clave que se construya la infraestructura para traerlo, almacenarlo y distribuirlo. “Tenemos que entender que el gas importado no paga regalías, ni paga impuestos que paga el gas nacional, pero sí debe pagar la infraestructura de importaciones”, indicó.

Ratificó que el país debe acompasar de manera correcta y hacer una transición escalonada para consumir energías de altas a bajas emisiones, pero manteniendo la que hay en la actualidad mientras se logra el objetivo. “Si no, nos quedamos sin energía o con unos precios muy altos que nadie quiere pagar”, explicó el director del CREE.

Pero entonces, ¿fracking sí o no?

De acuerdo con el líder del Centro Regional de Estudios de Energía es clave que el país se remita a la ciencia para decidir si hace o no fracking. “¿Por qué no hacemos unos programas para medir, unos pilotos, y los medimos científicamente? Eso nos va a decir si va a haber una hecatombe ambiental o no”.

El problema, según relata el experto, es tal la politización que ni siquiera quieren dejar hacer los pilotos. “Yo creo que cuando una sociedad renuncia a tomar sus decisiones con base en la ciencia está perdida. Entonces, lo que está en juego a mi juicio no es el fracking, es la forma en cómo tomamos decisiones. Hay que mirar y si los pilotos dicen que se puede y sin catástrofes, pues hagámoslo, pues es un gas que se necesita mucho”, puntualizó González.

De otro lado, el director del CREE indicó que la seguridad energética se remite a que el energético esté disponible cuando se necesita. Pero los retos son grandes ya que hoy en día ¾ partes de la energía que se consume de la energía total viene de los combustibles fósiles.

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“Tenemos que pasar a que sean cero las emisiones que se generen a 2050. Entonces, el tamaño del problema es grande pues el transporte depende de gasolina y diésel, que es casi el 90 % incluyendo a la aviación y el transporte marino. Si nos vamos a cero, ¿cómo vamos a hacer esa transición de una manera razonable?”, cuestionó el exministro de Minas y Energía.

Relató que el problema de la seguridad energética radica a otras orillas como los productores de carbón, los empleos que se pierden si se marchitan los fósiles, entre otros factores. “Las preguntas de tener una energía y cambiarla por otra, y tener esa otra energía en el momento adecuado es el problema de la seguridad energética. Un espejo es lo que está pasando en Europa”.

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