Las remesas hacia Colombia que los trabajadores enviaron desde el exterior superaron los US$11.848 millones en 2024 y crecieron un 17,4 % en comparación con lo observado al final de 2023 (US$10.091,01 millones), según las cifras del Banco de la República.
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Solo en diciembre se registraron envíos por US1.098,40 millones, siendo la cifra más alta del año, lo que significa que ese mes estas transferencias crecieron el 20,1 % cuando se comparan con el mismo periodo un año atrás (US$914,21).
El dato de diciembre no sólo es superior en US$65,21 millones al de noviembre, sino que también está US$61,08 por encima del registro de septiembre, que se mantenía como el más alto de 2024.
De hecho, las remesas se han mantenido por encima de US$1.000 millones mensuales desde junio de 2024, con variaciones intermensuales positivas y negativas.
Un informe del Banco de Bogotá reveló el mes pasado que calculaba que estas transferencias superaran los US$11.900 en 2024. Y aunque se estima que seguirán creciendo, es posible que este año el ritmo de las variaciones sea inferior al visto en 2024 por cuenta de la política migratoria del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
El análisis del grupo de Investigaciones Económicas de la entidad atribuyó el comportamiento de las remesas a la continuidad en la salida neta de colombianos al exterior y el aumento en la remuneración real en Estados Unidos y España. Entre enero y septiembre migraron 343.000 colombianos, principalmente a los dos países mencionados.
Las remesas que los latinoamericanos que están en el exterior envían a sus países pesan cada vez más. Según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), estas representan el 2,3 % del Producto Interno Bruto (PIB) de América Latina y el Caribe. El año pasado terminaron cerca de los US$160.900 millones, US$7.700 millones más que en 2023.
En Colombia, estas transferencias han ganado participación y ya representan el 3,3 % del PIB. Según Juana Téllez, economista jefe de BBVA Research para Colombia, las remesas cuentan mucho en el bienestar de la región porque «buena parte de ellas son usadas por los hogares receptores en sus gastos básicos de manutención, comida, vivienda, transporte, entre otros, cambiando sus condiciones de vida, apoyando su subsistencia y en muchos casos alejándolos de la pobreza».
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También destacó que el fenómeno de migración se ve reflejado en los receptores de las remesas, pues, según las encuestas del BID, casi el 60 % de los migrantes menores de 45 años dijeron enviar dinero a su madre, luego mencionan a su padre y en menor proporción a los cónyuges e hijos como destinatarios del dinero.
«Entender en detalle estos flujos es clave para promover patrones de consumo y ahorro en la población receptora que conviertan estos ingresos en fuentes de cambio estructural de sus condiciones de vida», concluyó Téllez.