El 5 de marzo se conmemora el día mundial de la eficiencia energética, una apuesta del planeta para generar conciencia acerca del agotamiento de las fuentes de energía fósil y la necesidad de promover alternativas energéticas renovables. Esta iniciativa partió de la “Primera Conferencia Internacional de Eficiencia Energética”, que se desarrolló en Austria en 1998 y desde entonces los países han generado políticas que garantizan el control y la mejora, promoviendo el uso de energías limpias.
El uso eficiente de la energía es responsabilidad de todos. Como ciudadanos podemos implementar pequeñas acciones: aprovechar la luz natural, instalar sensores de movimiento, usar bombillas LED, apagar el computador, desconectar equipos eléctricos, caminar o usar bicicleta, comprar electrodomésticos con etiqueta eficiencia energética, generando así grandes cambios.
No obstante, existen desafíos de país que también impactan la eficiencia energética y a los cuales podemos sumarnos en implementar soluciones, a partir de las decisiones que tomamos como empresarios y como consumidores. Uno de esos desafíos principales tiene que ver con el sistema de movilidad, entendido desde el servicio de transporte público, de carga y el particular.
El sector de transporte impacta directamente los objetivos que propenden por la disminución de emisiones contaminantes. Datos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) señalan que el transporte supone el 28% de la demanda de energía final mundial y el 23% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2) de cuyas operaciones se generan otras emisiones contaminantes como: SO2, NOx y CH4[1], particularmente nocivas, porque contribuyen al calentamiento global y afectan la salud pública. Se hace necesario contar con alternativas de cero o bajas emisiones que ayuden a cumplir con los objetivos de eficiencia energética, en la búsqueda de reducir los impactos negativos que se generan a diario para cubrir la necesidad de ir de un lugar a otro o transportarse.
Con relación a Europa, en diferentes ciudades, ya se han dispuesto límites al rodamiento de vehículos que funcionan con diésel, y hoy en día cuentan con planes que incluyen fechas fijas para dar exclusividad a la operación de vehículos eléctricos y a los de bajas emisiones como los dedicados a gas natural (vehículos de combustión con estándar Euro VI). Este energético tiene ventajas sobre el diésel en lo ambiental dado que se reducen casi al 100% las emisiones. Un ejemplo de ciudades Europeas que han fijado fechas para la prohibición de la movilidad con diésel son Roma (2024), París y Madrid (2025) y Oslo que desde el 2019 implementó medidas de este tipo frente a la movilidad.
En Colombia hemos avanzado en algunas ciudades que hoy brindan transporte público de pasajeros que funciona de manera exclusiva con gas natural o energía eléctrica. Allí ya vamos logrando la transformación. En términos de vehículos livianos (de servicio público y particular), se ha hecho la conversión a gas natural a más de 600.000 de ellos y se ha fortalecido el esquema de servicio con más de 800 estaciones de GNV, al igual que más de 500 vehículos dedicados a GNV para carga pesada y carga liviana operan hoy en nuestro país. En total son más de 2400 los que ruedan en diferentes segmentos y hoy están usando la tecnología del gas natural en transporte. También han ido llegando al país soluciones de movilidad eléctrica y se están revisando incentivos que abarcan desde ventajas en impuestos hasta descuento en el SOAT, en la revisión tecnicomecánica y el estar excentos de medidas restricción vehicular.
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Tenemos, entonces, una gran oportunidad en el reemplazo del parque automotor que se mueve por las carreteras (transporte de carga) y en algunas zonas de la ciudades (transporte de última milla), que debido a su antigüedad no cuentan con estándares tecnológicos que garanticen menores emisiones contaminantes, haciendo que sea un parque automotor de impactos negativos sobre los objetivos trazados en materia de eficiencia energética y descarbonización en nuestro país. No hay que descartar que esto nos convierte en uno de los países menos competitivos y más contaminantes, con el uso de 21 años de antigüedad en promedio, frente a países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que cuentan con un parque automotor en promedio de 8 años y países de Suramérica con 15 años promedio.
En nuestro país, desde la operación del transporte de carga podemos hacer acciones que impacten directa y positivamente las metas del país frente a la reducción de emisiones de CO2, utilizando energéticos de menores emisiones y que están a la mano para atender esta urgente necesidad.
Los vehículos dedicados a gas natural son un ejemplo de ello, son aquellos que han sido diseñados para que su funcionamiento sea exclusivo a GNV y no utilicen ningún otro combustible sustituto. Actualmente en Colombia existen compañías que ofrecen esta tecnología de menores emisiones y contribuyen en la tarea de disminuir emisiones contaminantes y generar eficiencia energética.
Pongamos a rodar a Colombia por el camino de la sostenibilidad. ¡Avancemos juntos!
[1] SO2: Dióxido de azufre; NOx: Óxido de nitrógeno; CH4: metano