Historia | ¿Qué es el coque y por qué es tan importante para Colombia?

El presidente de Fenalcarbón, Carlos Cante, en el marco de la Cumbre International del Coque en Colombia 2022, expuso las características relevantes del coque y su importancia para el país.

Podcast | Especial Minerales Estratégicos Colombia: la mirada de Fenalcarbón
Podcast | Especial Minerales Estratégicos Colombia: la mirada de Fenalcarbón. Foto: Cortesía Fenalcarbón

El presidente de la Federación Nacional de Productores de Carbón (Fenalcarbón), Carlos Cante, en el marco de la Cumbre International del Coque en Colombia 2022, expuso las características relevantes del coque y su importancia para el país.

El coque es un material resistente y poroso que se obtiene a partir de un proceso industrial, que tiene como insumo fundamental diferentes calidades de carbones metalúrgicos que, una vez sometidos a un conjunto de actividades y operaciones necesarias para el mejoramiento de sus condiciones físicas -para adecuarlo a determinados usos-, pasa a un proceso de destilación en seco a más de 1.000 grados centígrados en los hornos de coquización.

Posteriormente, a través del proceso de cribado, se obtienen diferentes fracciones de tamaño, según las necesidades de los consumidores finales.

Estos productos son utilizados, principalmente, en la industria siderúrgica tanto nacional como mundial para la producción de acero y ferroaleaciones.

Entre mediados del siglo XIX y comienzo del siglo XX en Colombia, frente a la necesidad de elaborar herramientas para las labores del campo y las actividades mineras, empezaron a aparecer las primeras ferrerías para la fundición del hierro.

Fue así como se hicieron famosas las ferrerías de Pacho en Cundinamarca, la de Amagá en Antioquia y, en la década de los 50, la ferrería de Samacá en Boyacá, con esto se pretendía arrancar la industrialización en el país.

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Según Cante, el sector quiso invertir una gran cantidad de recursos en el alto horno “con tan mala suerte que el horno se hundió en la primera fundición, porque al no haber hecho estudios de suelos, lo habían construido en terreno arcilloso”.

Para esa época, el coque de fundición utilizado era elaborado en hornos de pampa en procesos que duraban más de 15 días por hornada.

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Hacia 1948, se creó la primera acería integrada del país, la Empresa Siderúrgica Nacional de Paz de Río, hoy conocida como Acerías Paz del Río. Y se abrió pasó a una minería industrializada para obtener el carbón metalúrgico necesario para la elaboración del coque que se requería para el alto horno de producción de acero: al que llamaron Elena, inaugurado en 1954.

Al mismo tiempo, animaron a los mineros a construir hornos de colmena que les garantizara un precio fijo para el abastecimiento del coque.

Pero en los 80, Paz del Río construyó sus propios hornos verticales para la elaboración del coque y de un momento a otro detuvo las compras en la región.

Esta situación obligó a los empresarios del coque a apagar los hornos mientras encontraban nuevos clientes para su producto. Y aunque se demoraron algunos años, con intentos fallidos como en el caso de Venezuela, en la década de los 90’s empezaron a exportar pequeñas cantidades de coque que poco a poco fueron creciendo a países como Cuba, Ecuador y Perú.

El coque y los 2000

Ya en la primera década de los 2000, gracias a muchas gestiones de los empresarios con el Gobierno Nacional de la época, se empezaron a abrir los mercados de Brasil y México para su gran industria acerera, y se fueron ampliando las capacidades logísticas de transporte y exportación nacional.

De esta manera, la coquización en el país ha ido creciendo hasta alcanzar los 4,5 millones de toneladas el año pasado, con una canasta diversificada de productos especializados que incluye, no solo los coques metalúrgicos de Cundinamarca y Boyacá, sino una creciente industria de coques bajos en fósforo de Norte de Santander.

Esto a partir de unos carbones metalúrgicos “bastante especiales de los que solo se conoce que existen en Norte de Santander y en la China”, puntualizó Carlos Cante de Fenalcarbón.

Agregó que “nuestros coques en la actualidad se exportan a países como: México, Brasil y Centroamérica, Turquía, India, China y hasta destinos exóticos como Gabón en África”.

Hoy en día, la industria del coque en Colombia se ha convertido en el tercer exportador mundial, solo después de China y Polonia; esto en medio de un mercado competitivo que mueve cerca de 30 millones de toneladas en comercio exterior.

Y que tiene un consumo mundial de más de 700 millones de toneladas al año para garantizar una producción de más de 1.600 millones de toneladas de acero anualmente.

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Más beneficios del coque

El coque como producto industrial de vocación exportadora no solo alimenta la industria global del acero, sino también la de las ferroaleaciones.

Y se ha posicionado como el séptimo producto de exportación nacional y el primero si se habla de productos industriales; esta es una industria que mueve más de US$1.300 millones anuales en ventas.

Pero también genera cerca de 250.000 toneladas anuales que alimentan la acería integrada, que en la actualidad es colombiana: Acerías Paz del Río, que produce cerca de 400.000 toneladas de acero al año para el consumo interno.

Hay que decir que cerca de 20 empresas exportan más del 95 % del coque colombiano, pero hacen parte de una cadena de suministro que representa empresas coquizadoras de diferentes tamaños en Cundinamarca, Boyacá y Norte de Santander. “Entre todos aportamos para llenar los barcos del coque colombiano”, expuso Cante.

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Pero esta es una industria de ciclos, hay épocas buenas de alta demanda y buenos precios, así como épocas donde la demanda se estrecha y los precios caen a niveles insostenibles para muchas empresas. Y épocas donde los patios se llenan y los hornos se apagan.

Para Fenalcarbón, la competitividad del sector industrial del coque depende de saber construir estructuras empresariales capaces de superar los ciclos críticos de precios.

“De nosotros depende que este cuento se siga contando o que termine en un colorín colorado. Creámonos el cuento y entre todos ayudemos a seguirlo escribiendo para seguirlo contando”, finalizó Carlos Cante.

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