La economía de Argentina está en medio de una tormenta. La salida de fondos de los mercados emergentes, producto de una subida de las tasas de interés de los bonos de EE. UU. a 10 años, ha golpeado con dureza al peso argentino, que hoy ha perdido 8,6% de su valor y suma 11,9% durante los últimos siete días.
El dólar trepó este jueves desde los 21,45 pesos hasta los 23,30 pesos, su mayor valor desde la salida de la convertibilidad en enero de 2002.
El Banco Central intentó sin éxito desalentar las posiciones en dólares con dos subidas consecutivas de la tasa de interés, que pasó 27,25% a 33,25% desde el viernes, mientras que volcó al mercado de cambios 4.800 millones de dólares de sus reservas durante las últimas seis jornadas.
Las devaluaciones han sido generalizadas en la región, pero sus efectos se sintieron con más fuerza en Argentina, un país que financia su déficit fiscal, hoy equivalente a 5 puntos del Producto Interior Bruto (PIB), con financiamiento externo.
Fuente: Valora Analitik.
Argentina suma además una sequía sin precedentes en los campos de oleajinosas, la principal fuente de ingreso de divisas internacionales.
De los 57 millones de toneladas de soja previstos en el momento de la siembra se cosecharán unos 37. De los 40 millones de toneladas de maíz se pasará a 32.
Las perdidas ascenderán a 4.600 millones de dólares, equivalentes a 0,7% del PIB, según estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario. En este escenario, el margen de maniobra es pequeño.
El Gobierno de Macri parece así atrapado entre varios frentes. Mientras su déficit no baja, sus ingresos merman y su financiamiento se encarece, no puede darse el lujo de una subida del dólar porque debe, al mismo tiempo, bajar la inflación, que este año superará en al menos cuatro puntos la meta de 15% fijada por Hacienda, según las previsiones del FMI.
Devaluación e inflación no se llevan bien, sobre todo en Argentina, donde cada subida del dólar se traslada a precios.
El jefe de ministros, Marcos Peña, el hombre con más poder dentro del gabinete, salió hoy por segunda vez en la semana a calmar los ánimos ante la subida del dólar.
“Es parte del aprendizaje de vivir con un tipo de cambio flotante. Si no tuviéramos la flotación o no hubiera correcciones tendríamos atraso un cambiario que afectaría al empleo y la producción», dijo a los periodistas acreditados en la Casa Rosada.
La lectura del Gobierno es que pronto amainará la tormenta porque el Banco Central “está a cargo de la situación”, según explicó Peña. Que está al frente se supo cuando el dólar ya había superado los 22 pesos y el titular de la entidad oficial, Federico Sturzenegger, decidió elevar otros 300 puntos básicos la tasa de interés -ya lo había hecho el viernes-, hasta 33,25%. La medida fue un fracaso.