FMI mejora, levemente, perspectivas del PIB mundial; “sigue siendo débil”

Las perspectivas del FMI para la economía mundial en julio plantean un crecimiento del PIB global del 3 % para 2023.

FMI habla de la economía en América Latina
FMI presenta proyecciones de crecimiento. Foto tomada de @FMInoticias.

Para 2023, el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta un PIB global de 3 %. La cifra, supone, entonces, una leve mejora en comparación con el anterior informe sobre las perspectivas del para la economía mundial, publicado en abril pasado, cuando ubicó la cifra en 2,8 %. Es decir, 0,2 % más.

Aún así, a pesar de dicho repunte, a juicio del FMI “sigue siendo débil desde una perspectiva histórica”. De acuerdo con la institución, la subida de tasas de interés de los bancos centrales, una medida tomada para combatir la inflación, “sigue lastrando la economía”.

Para 2024, sin embargo, no hubo variación en cuanto al PIB global, manteniéndose en el 3 % proyectado en el informe de abril.

La principal prioridad para las economías, según el FMI, “sigue siendo lograr una desinflación sostenida, garantizando a la vez la estabilidad financiera. Por lo tanto, los bancos centrales deben mantener su atención centrada en restaurar la estabilidad de los precios y reforzar la supervisión financiera”.

Perspectivas del FMI para la economía mundial
Estas son las proyecciones del FMI para julio de 2023. Imagen: Valora Analitik

Las perspectivas del FMI para la economía mundial

Sobre las economías avanzadas, según el FMI, sigue habiendo una significativa desaceleración del crecimiento, siendo del 1,5 % en 2023. Ese porcentaje significa un 0,2 % más que en abril pasado, cuando el informe del FMI planteó un crecimiento de 1,3 puntos porcentuales. En 2024, se prevé que se mantenga en el 1,4 % proyectado en el informe de abril.

La economía de también tuvo una revisión al alza en 0,2 puntos porcentuales. “Se proyecta que el crecimiento baje de 2,1 % en 2022 a 1,8 % en 2023 y que continúe disminuyendo hasta 1,0 % en 2024”.

De acuerdo con el Fondo, esto se da “en razón de la resiliencia del crecimiento del consumo durante el primer trimestre”. Aun así, “no se prevé que este ímpetu dinámico de crecimiento del consumo se prolongue”.

Para la zona euro, se proyecta que el crecimiento sea del 0,9 % en 2023 y pase al 1,4 % el próximo año.

Respecto a las economías de mercados emergentes y en desarrollo, se espera un crecimiento del 4 % en 2023 y del 4,1 % en 2024. Es decir, aumenta 0,1 puntos porcentuales para este año y disminuye la misma cantidad el siguiente.

Aun así, según el informe, “este promedio estable (de las economías emergentes y en desarrollo) oculta divergencias: en torno a 61 % de las economías de este grupo están creciendo más rápidamente en 2023. El resto están creciendo a menor ritmo”.

, en particular, no presentó variación en sus proyecciones, manteniéndose en 5,2 % para 2023 y en 4,5 % para 2024. No obstante, el FMI asevera que hay riesgos. Por ejemplo,una contracción de lo esperado en el sector inmobiliario o un consumo más débil y una contracción fiscal no prevista.

Los factores favorables y desfavorables para el PIB, según el FMI

“Ahora es más probable que el crecimiento mundial arroje resultados más favorables que los del pronóstico de base”, asegura el informe de perspectivas económicas del FMI. Esto se debe a factores como la probabilidad de que la inflación subyacente disminuya más rápido de lo esperado.

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También la disminución de las vacantes de empleo. “Podría ser decisiva para aliviar la situación en los mercados laborales, lo que reduciría las probabilidades de que deba aumentar el desempleo para frenar la inflación”.

“En todo el mundo hay margen para que la demanda interna experimente más sorpresas favorables, como en el primer trimestre de 2023. En muchas economías, los consumidores aún no han agotado el ahorro excedentario que acumularon durante la pandemia; esto podría seguir apuntalando la reciente solidez del consumo”, agrega.

No obstante, también hay factores que, de presentarse, serían desfavorables.

Esto incluye una inflación persistente a largo plazo, impulsada, por ejemplo, por el fenómeno de El Niño o la guerra en Ucrania. Adicionalmente, que se desencadene “un aumento repentino de las expectativas de las tasas de interés y una caída en los precios de los activos”.

 O que haya una profundización de la fragmentación geoeconómica, dividiéndose “en bloques en medio de la guerra en Ucrania y otras tensiones geopolíticas”, llevando a mayores restricciones en el comercio.

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