El agro continúa visibilizándose y las historias de palmicultores en Colombia ahora estar disponibles en las salas de cine de Colombia.
Se trata de una serie de cuatro documentales sobre los “Frutos de la palma”, que muestran la realidad de la palmicultura a lo largo del territorio colombiano y que ya se pueden ver en la gran pantalla.
La invitación para visualizar los contenidos audiovisuales fue hecha por la Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite (Fedepalma), con el objetivo de que la gente conozca las historias y “tenga la oportunidad de sentirse orgullosa de lo que logran personas del común en Colombia cuando su trabajo y amor por el agro es fuera de lo común”.
Este cultivo se ha convertido en motor de transformación social, ambiental y económica en las regiones donde está presente, “y por eso Fedepalma trabaja para visibilizar las acciones de esos productores que con su tesón logran demostrar que la palma de aceite en Colombia tiene un origen único y sostenible”, puntualizó el gremio.
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Las historias tienen una duración aproximada de dos minutos y están siendo proyectadas en Bogotá, Medellín y otras 19 ciudades en las salas de cine de Cinemark, Cinépolis y Procinal.
Sobre los documentales de palmicultores en Colombia
Fedepalma hizo énfasis en que las historias proyectadas en los cine son muy variadas, pero tienen como finalidad mostrar la tenacidad del sector.
Historias como “Macondo sí existe y está en Mapiripán”, narran el arribo del cultivo a la zona, transformando todo con la llegada de la luz eléctrica y el impacto positivo para más de 1.000 familias.
De otro lado, en Urabá, “la tierra del sol y las palmeras”, muestra las condiciones de productividad y sostenibilidad del cultivo que se dan, gracias al esfuerzo de los trabajadores, y que al final logran poner colores de paz, prosperidad y fertilidad al territorio.
En Puerto Wilches, cada familia cuenta con una “fábrica de sueños”, capítulo de la “docuserie” que cuenta la historia de Maritza, una mujer idealista, con los pies bien puestos en la tierra, que ha alcanzado sus metas mezclando educación y constancia.
Finalmente, Yarima fue una princesa indígena que dio su nombre a esta región en Santander y que se caracterizó por ser “una leyenda de fertilidad”; la historia pasa de la leyenda al trabajo en equipo de la empresa palmera y de una comunidad trabajadora, las cuales logran hacer realidad uno de los mayores sueños del ser humano: tener casa propia.