Opinión | Desinformación: el nuevo riesgo sistémico

Los modelos generativos pueden crear deepfakes, noticias sintéticas y audios manipulados que son indistinguibles de la realidad.

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Por: María Esteve, Partner & Corporate Affairs Strategy general director de LLYC

En la era digital, la línea entre la verdad y la falsedad se ha vuelto peligrosamente borrosa. La desinformación, impulsada por la inteligencia artificial y amplificada por las redes sociales, se ha transformado en una amenaza sistémica para la estabilidad de los mercados y la reputación corporativa.

El pasado 7 de abril, fuimos testigos de un ejemplo alarmante. Un falso informe sobre una supuesta pausa en los aranceles estadounidenses provocó un aumento de US$2,4 billones en el S&P 500, seguido de una caída estrepitosa minutos después al desmentir la noticia. Este incidente, documentado por el Wall Street Journal, demostró la vulnerabilidad del ecosistema financiero ante narrativas no verificadas que se propagan rápidamente a través de las redes sociales y los medios de comunicación.

Este no es un caso aislado. Entre muchos otros, el hackeo de la cuenta de Twitter de Associated Press en 2013, que borró momentáneamente US$136.000 millones del mercado bursátil, ilustra también la magnitud del problema. La desinformación ya no es un riesgo periférico, sino un factor que puede desestabilizar mercados y erosionar la confianza en las instituciones.

La inteligencia artificial ha exacerbado esta situación. Los modelos generativos pueden crear deepfakes, noticias sintéticas y audios manipulados que son indistinguibles de la realidad. Esto hace que la desinformación sea más rápida, barata y persuasiva, creando un nuevo campo de batalla donde la credibilidad es tanto el arma como el objetivo. Un estudio reciente en el Reino Unido reveló que el 60,8% de los clientes bancarios considerarían retirar sus fondos tras encontrar contenido falso generado por IA sobre la inestabilidad institucional.

Ante este panorama, las empresas deben actuar con determinación. La inversión en análisis avanzados, el uso de procesamiento de lenguaje natural (NLP) y redes neuronales para detectar comportamientos inauténticos y la simulación de ataques de desinformación son herramientas esenciales. Empresas como BlackRock, BNP Paribas y Santander ya están implementando tecnologías impulsadas por la IA para mitigar estos riesgos.

Esta no es una tendencia futura, sino una necesidad presente. La desinformación ya no es una cuestión de «si», sino de «cuándo», proteger los mercados y las marcas de la desinformación no es solo una necesidad empresarial, es una obligación ética. En un mundo donde la percepción impulsa el rendimiento, las empresas necesitan herramientas inteligentes, previsión estratégica y un equipo capaz de detectar, decodificar y desactivar narrativas falsas antes de que escalen.