Por: Juan Casal, director de Telco & Empresas Digitales de Latam en Intel
Hacer negocios en el actual entorno empresarial es sinónimo de competencia, velocidad y adaptabilidad. Factores como la apertura de mercados y los desarrollos tecnológicos de las últimas décadas han permitido que organizaciones de todos los tamaños ofrezcan productos y servicios a potenciales clientes que no solo pueden estar ubicados en cualquier parte del planeta, sino que rápidamente se han adaptado a nuevas formas de hacer negocios.
Solo durante 2020, se estima que el 85% de la población mundial realizó compras en línea, un porcentaje impulsado en gran parte por la pandemia, pero que desató una tendencia persistente en los años posteriores. Esto ha obligado a las compañías a hacer de la conectividad una prioridad en sus operaciones.
En el tejido empresarial actual, la conectividad está lejos de ser simplemente un conjunto de cables, velocidades de conexión, ancho de banda o conceptos técnicos. Se ha convertido en un hilo conductor que determina qué tan preparado está un negocio para enfrentar la competencia.
La conectividad, entendida como una ventaja competitiva esencial, va más allá de garantizar que los correos electrónicos se envíen sin contratiempos o que las videoconferencias fluyan sin interrupciones. Si bien sus beneficios se dan por sentados, sin este factor, las organizaciones no podrían operar eficientemente, enlazar procesos entre sus diferentes equipos ni alcanzar los actuales niveles de productividad.
Una conectividad robusta y eficiente permite a las organizaciones tener acceso ininterrumpido a sus datos, algo esencial en el mundo de los negocios actual. Además, las operaciones globales dependen en gran medida del uso de plataformas alojadas en la nube, que demandan una conexión a la red para permitir el trabajo colaborativo.
Una red de talento global
Uno de los cambios que ha experimentado el mercado empresarial en los últimos años es la posibilidad de que los colaboradores trabajen de manera 100% remota o, al menos, en un modelo híbrido. Las cifras muestran que, al cierre de 2022, el 53% de la población empleada en Estados Unidos operaba bajo un modelo de trabajo híbrido, un dato muy superior al 32% registrado a finales de 2019.
Esta realidad laboral está impulsada y respaldada por la conectividad, que se ha convertido en un habilitador clave para la colaboración, permitiendo que equipos dispersos geográficamente trabajen como si estuvieran en la misma sala de conferencias. Además, esta nueva realidad ha abierto las puertas para que las organizaciones puedan acceder a talento de todo el mundo, con colaboradores que solo requieren de una conexión estable a Internet.
En este escenario, donde las oportunidades y desafíos del mundo digital convergen, la conectividad sobresale como el arma secreta de las empresas. Aquellas que adoptan tecnologías avanzadas, desde la computación en la nube hasta la inteligencia artificial, están construyendo una base sólida para no solo enfrentar los desafíos del presente, sino también para anticiparse y capitalizar las oportunidades del futuro. Las empresas que reconocen este valor y deciden invertir en una infraestructura de red sólida están dando un paso adelante en la carrera empresarial. En definitiva, la conectividad no es simplemente un componente técnico: es la columna vertebral de la agilidad empresarial. Aquellas empresas que la abrazan no solo están mejor posicionadas en la actualidad, sino que están construyendo cimientos sólidos para un futuro empresarial sostenible. En un mundo cada vez más interconectado, la conectividad no es solo una inversión; es la llave que desbloquea un abanico de posibilidades, permitiendo a las empresas no solo sobrevivir, sino ser exitosas en la era digital.