Opinión | Aranceles, incertidumbre y un error de cálculo global

Lo que estamos viviendo es una prueba más de que los mercados no reaccionan solo a fundamentos económicos, sino también a decisiones políticas.

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Por: Julián Cárdenas, especialista en estrategias de inversión de

La reciente imposición de aranceles generalizados por parte del presidente Donald Trump ha encendido nuevamente las alarmas en los mercados globales. Si bien el anuncio de una tarifa universal del 10 % fue recibido con sorpresa, lo más inquietante ha sido la profundización de esta estrategia, con aranceles superiores al 100 % para países como China. A pesar del anuncio de una tregua comercial de 90 días, el daño estructural ya está en marcha, y sus efectos empiezan a reflejarse con claridad.

El mercado accionario estadounidense ha caído un 8 % en lo corrido del año, el dólar se ha debilitado un 6 %, y la confianza del consumidor muestra signos preocupantes de deterioro. Las proyecciones económicas también se han ajustado a la baja: el crecimiento del PIB en EE. UU. se estima en apenas 0,3 %, mientras que la inflación núcleo podría escalar hasta un 4,4 %, y la tasa de desempleo repuntaría al 5,3 %. En otras palabras, estamos presenciando los efectos de una política comercial agresiva que, lejos de corregir desequilibrios, está exacerbando las fragilidades del sistema económico global.

Este tipo de medidas unilaterales tiende a encarecer los bienes importados, afectar márgenes corporativos, reducir la inversión y, en última instancia, debilitar el consumo interno. Aunque se busca corregir déficits comerciales, el costo lo asume el consumidor, mientras que los mercados financieros responden con volatilidad. Basta recordar que, tras el anuncio, Apple, Nvidia y General Motors registraron fuertes caídas, y los inversionistas migraron hacia activos considerados refugio, como la renta fija o el oro.

Frente a este panorama, en Protección hemos optado por una estrategia de diversificación activa en nuestros portafolios bajo el servicio Gestión PRO. Hemos reducido la exposición al mercado accionario estadounidense y aumentado nuestra participación en Europa, donde se observan políticas fiscales más activas, y en Colombia, donde el mercado ha repuntado un 15 % en lo corrido del año. También hemos incrementado posiciones en renta fija, aprovechando tasas históricamente altas, como los TES a 10 años por encima del 12 %, y mantenemos exposición al dólar como activo defensivo.

Latinoamérica, y en particular Colombia, se presenta como una fuente de oportunidades, pues, aunque persisten retos estructurales como la baja inversión y la incertidumbre fiscal, proyectamos un crecimiento del 2,6 % para 2025, con una inflación descendente hacia el 4 % y un escenario probable de recortes en tasas de interés por parte del Banco de la República. En este contexto, los instrumentos de renta fija se consolidan como una alternativa atractiva para preservar y hacer crecer el capital.

Lo que estamos viviendo es una prueba más de que los mercados no reaccionan solo a fundamentos económicos, sino también a decisiones políticas. El carácter geopolítico de la confrontación entre EE. UU. y China ha quedado en evidencia, y en medio de la desglobalización, el exceso de deuda postpandemia y las tensiones internas, la diversificación se convierte no solo en una estrategia inteligente, sino en una necesidad.

Este no es el primer episodio de incertidumbre global, ni será el último, pero sí es uno que subraya la importancia de contar con una estrategia disciplinada, construida sobre análisis riguroso y visión de largo plazo. Como hemos demostrado este año, incluso en contextos adversos, es posible proteger el patrimonio y encontrar oportunidades. La clave está en mantener la calma, no caer en decisiones impulsivas y contar con el respaldo de un equipo experto que sepa leer el entorno con objetividad.

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