Las cooperativas en Colombia se han consolidado como un componente clave del sector financiero, desempeñando un papel fundamental en la inclusión financiera y en la provisión de servicios esenciales a millones de colombianos, llegando a zonas urbanas y extendiendo sus servicios y beneficios en áreas rurales y en sectores desatendidos.
La presencia del sector cooperativo en Colombia es destacada. Cifras recientes de la Superintendencia de Economía Solidaria, registran que hay más de 6.5 millones de personas que en la actualidad hacen parte del sector, distribuidas entre las 3.500 cooperativas registradas y en las que cada año se suman 100.000 nuevos miembros más.
El sector solidario tiene un papel muy importante por su gran aporte al bienestar colectivo, a través de una oferta financiera, de servicios y de beneficios sociales, cada vez más accesibles, especialmente a poblaciones con diversas necesidades.
“Este crecimiento refleja la sólida penetración y el impacto que las cooperativas tienen en el acceso a servicios financieros, especialmente en áreas donde las instituciones bancarias tradicionales tienen una presencia limitada”, señala Jairo Ramírez, gerente general de Fincomercio.
En este sentido, Fincomercio presenta unas cifras que demuestran el impacto significativo que generan las cooperativas. “Durante el 2024 la Cooperativa mantiene su posición número tres en el mercado, gracias a sus activos que superan los $900.000.000, y por su número de asociados, que en la actualidad son más de 257.000, de los cuales, un 91 % pertenece a los estratos 1,2 y 3 destacando la participación de las mujeres, quienes lideran con una representación del 56 %. Respecto a la distribución generacional, son los millennials que predominan con un 58 %, seguidos de la generación X con un 26 %, los baby boomers con un 15 % y los centenials el 2 %”, manifiesta Ramírez.
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El sector cooperativo financiero en Colombia sigue siendo un pilar vital para el acceso equitativo a los servicios financieros, también sus programas sociales de gran impacto para las personas y sus familias, y su crecimiento continuo es un reflejo de la resiliencia y la capacidad de adaptación a los cambios económicos, tecnológicos y regulatorios.
