Más de cinco millones de migrantes venezolanos habrán salido de su país para finales de 2019 por la crisis social, política y económica, según las más recientes proyecciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de la Organización de Estados Americanos (OEA).
En esta coyuntura, lo prioritario es hacer frente a la crisis humanitaria y supone un reto común para los gobiernos de la región, a la hora de saber atender de manera coordinada la situación de los migrantes venezolanos para que puedan acceder a servicios básicos y en temas sensibles como su inserción laboral al mercado.
Al mismo tiempo, hay un impacto económico en Latinoamérica que se verá gradualmente en los próximos meses y años, teniendo en cuenta que el flujo migratorio estaría solo por detrás de los originados en los últimos años por los conflictos bélicos en Siria o Afganistán.
Ante este panorama, los países de América Latina, Estados Unidos y España se han convertido en los principales receptores de los migrantes venezolanos que buscan en nuevas latitudes mejores oportunidades de empleo, calidad de vida y servicios de salud y educación.
Colombia, con 1,17 millones de venezolanos migrantes, seguido de Perú (728.120), Estados Unidos (418.366), Chile (288.233) y España (274.000), son los lugares más elegidos por las personas que salen presionadas por la difícil coyuntura de la Nación.
Oportunidades y alertas
Si bien estas cifras han crecido desde 2015 en más de mil por ciento para países como Colombia, Chile, Perú o Brasil, el éxodo de venezolanos podría representar también oportunidades para el crecimiento económico en estas naciones y otras en la región, en caso de que sea aprovechado adecuadamente. De no hacerlo, podría generar un efecto totalmente contrario e impactar negativamente las finanzas de estos países.
De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los efectos en el mediano plazo en el plano económico pueden verse impulsados, si los inmigrantes complementan la mano de obra local de manera sinérgica. No obstante, si compiten con ella, el efecto puede ser negativo.
Alberto Rodríguez, director del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, ha expresado que «los inmigrantes pueden reactivar las economías de muchas maneras: pueden aportar innovación, ideas e inversión, así como habilidades y experiencia”.
Estudios para distintos países que han aprovechado olas migratorias significativas como Estados Unidos, la Unión Europea, Turquía o Rusia muestran que el impacto de este fenómeno sobre el crecimiento económico puede ubicarse entre -1% y 1% del PIB, de acuerdo con la manera como se asuma cada éxodo y las políticas migratorias y económicas que se implementen.
Sobre los puntos positivos, “existen evidencias de mejoras en el PIB per cápita, saldo fiscal, consumo e impuesto per cápita. El recaudo de impuestos en los países de Europa Occidental, tras la guerra y éxodo de Yugoslavia, incrementó en 1,1% con la llegada de migrantes”, agregó María Claudia Lotero, experta en relaciones internacionales y fenómenos migratorios de la Universidad Eafit, en Medellín.
Los puntos negativos
A pesar de que existen potencialidades para aprovechar en la región con el fenómeno migratorio, “lo cierto es que, hasta ahora, no se ha hecho de la mejor manera, pues se están enfrentando en el mercado laboral las manos de obra local y extranjera, lo que ha provocado alzas en las tasas de desempleo del país al inicio del año”, sostuvo Germán Tesillo, experto en economía internacional de la Universidad Externado de Colombia.
Asimismo, y de acuerdo con un informe reciente del Departamento Administrativo Nacional de Estadística de Colombia (Dane), dominan como principales ocupaciones en el país para los venezolanos el empleo informal, actividades independientes, el desempleo y el no reporte de actividades, lo que dificulta un diagnóstico que mejore sus condiciones.
Por esta razón y por la presión sobre las finanzas públicas que genera la migración venezolana en programas de empleo, vivienda, salud y educación o cobertura de servicios públicos, entre otras áreas, el Comité de Regla Fiscal de Colombia decidió ampliar el espacio de déficit en 0,5% del PIB en 2019; 0,4% en 2020; 0,3% en 2021; 0,2% en 2022 y 0,1% en 2023, lo que evidencia que cada año se destinarán $5 billones en este tema, una coyuntura que impacta la situación financiera de Colombia.
En otros países con gran recepción como Perú, solo el 0,2% de la población migrante de Venezuela ha logrado un empleo con todas las condiciones laborales que exige la ley, por lo que el efecto sobre el sector formal es casi cero.
En Chile se ha avanzado con la visa especial de Responsabilidad Democrática, pero aún quedan tareas por resolver para la expansión de puestos formales de trabajo, ante la llegada masiva de foráneos de este país.
El impacto en el cono sur de Latinoamérica se ha ido incrementando de la misma forma, con especiales impactos en Brasil, donde se han cerrado fronteras. Por su parte, en Argentina, los venezolanos pasaron del séptimo puesto entre las nacionalidades migrantes en 2014 al primero en el último año, con 70.531 nuevos residentes.
Respecto a este fenómeno, Nadia Pisculicci, experta en política internacional de la Universidad de Palermo de Buenos Aires, resaltó que, si bien el país está lejos de recibir las cifras de migrantes que tienen Colombia o Perú, muchos venezolanos se ven seducidos por llegar a ciudades como Buenos Aires, Córdoba o Rosario, donde crece su afluencia.
“Lo cierto es que la situación no es la mejor aquí si buscan una mejor calidad de vida, con una inflación en torno a 40% este año, con una tasa de desempleo que se proyecta en doble dígito y políticas migratorias poco claras en el gobierno actual, debido a la coyuntura que pasa la administración Macri en un año electoral”, afirmó Pisculicci.
Para Antonio Gómez, presidente de la Unión de Trabajadores Venezolanos y Colombo-Venezolanos, la situación tiende a ser más compleja en la región, porque muchos profesionales, bien preparados, migran y se les dificulta el tema de homologación del título, porque deben apostillar el diploma y otros documentos. “Las personas que, por su parte, llegan sin muchos estudios, están dispuestos a trabajar en casi cualquier actividad, lo que agrava su situación personal y la de sus familias”, agregó.
Una hoja de ruta
A su vez, Daniel Pagés, presidente de la Asociación Central de Venezolanos en Colombia, explicó que las condiciones de poca formación de muchos migrantes del país en América Latina, “multiplica sus opciones de caer en la informalidad y trabajos mal remunerados, por lo que es necesario un mayor énfasis de los gobiernos latinoamericanos en materia de políticas públicas y de empleo ante la complicada situación humanitaria de Venezuela”.
Entidades como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) buscan una transición progresiva, tanto para los migrantes como para los países receptores, y han ofrecido asistencia técnica para aliviar la fricción con la población existente, pues solo con sinergias será posible obtener beneficios en la región del éxodo masivo que continuará desde Venezuela, mientras no se restituyan condiciones democráticas e institucionales.