Las economías más importantes de América Latina están viendo máximos de inflación de hace 20 o 30 años. La escalada de precios pone en aprietos el proceso de recuperación y hace temer por otras consecuencias.
Entre estas últimas están: un menor crecimiento económico, menores oportunidades para la generación de empleo y el eventual aumento de la pobreza.
Hasta cierre del año pasado, América Latina estaba simplemente a la espera de que la contingencia externa de oferta y demanda se apaciguara para ver una estabilización de la inflación, por la incapacidad del transporte por responder por la vertiginosa reactivación.
Sin embargo, la decisión de Rusia de invadir a Ucrania cambió el panorama para la región: los altos precios de los alimentos parecen ser cada vez más problemas estructurales y no coyunturales.
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A lo que sí le escapa la región, de momento, es un mayor peso de la inflación de energéticos que se vive en Europa, porque varias de las economías locales son productoras de materias primas, pero también porque los socios comerciales más cercanos mantienen cierto ritmo de recuperación.
Consecuencias de la inflación
Todavía así, es consecuente ver inflaciones anuales como la de Brasil en el 11,3 %, o la de Chile en su punto máximo de los últimos 30 años: con el 9,4 %.
Estas dos inflaciones son las que más crecen dentro de las economías principales de la región, y sin contar los escenarios ya tradicionalmente hiperinflacionarios de Argentina y Venezuela.
El punto está en que, si bien para el grueso de América Latina se espera una reducción de precios a partir del segundo trimestre del año, el empujón a la baja no será suficiente.
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De hecho, medidas como las que se han tomado en Colombia para reducir aranceles a las importaciones de algunos alimentos, o insumos para su producción, parecen no ser suficientes.
De momento, organismos multilaterales y las calificadoras de riesgo advierten que la escalada de precios es el factor de mayor presión para América Latina en el corto y mediano plazo.
A causa de esto último se esperan más medidas de contención de parte de los gobiernos locales, al tiempo que, por ejemplo, se avanza en modernización del aparato productivo para desligar la dependencia de socios como Estados Unidos y Europa, lugares en los que el escenario de inflación es igual de crítico.
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