El gobierno corporativo es una clara expresión en materia de buenas prácticas. Este incluye factores de transparencia y rendición de cuentas, así como de sostenibilidad, aportes sociales y gobernanza.
No solo hay que serlo, sino parecerlo. Este popular dicho se aplica perfectamente al presente y futuro de las empresas latinoamericanas y mundiales, que han debido transformar su ‘status quo’ con el pasar de los años.
No es un secreto que, en décadas pasadas resultaban secundarios a la hora de analizar un balance corporativo, aquellos factores que fueran más allá de las cifras de utilidades, el retorno después de inversión o el Ebitda.
Imagen: Gobierno Corporativo y sus grupos de interés
Esta mirada corta del desempeño de las empresas llevó a una serie de problemas que han generado, a través del tiempo, inconvenientes para la sociedad y el medioambiente, pero también a que muchas firmas no hayan sido sostenibles a través del tiempo, según Alejandro Useche, profesor de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario.
Como si fuera poco, “un mal gobierno corporativo puede llevar a malversación de fondos, corrupción, falta de transparencia, desinterés por el impacto en la sociedad, entre otras”, agregó Useche.
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Abecé del gobierno corporativo
Para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), un gobierno corporativo acorde con las dinámicas empresariales actuales incluye buenas prácticas dentro y fuera de una empresa.
Su objetivo es “facilitar la creación de un ambiente de confianza, transparencia y rendición de cuentas, necesario para favorecer las inversiones a largo plazo, la estabilidad financiera y la integridad en los negocios”.
Lo anterior, dice este llamado club de las buenas prácticas, “contribuye a un crecimiento más sólido y al desarrollo de sociedades más inclusivas”.
De esta manera, el gobierno corporativo hace más transparente los procesos internos de las empresas, cuando históricamente sus movidas y decisiones han estado, principalmente, marcadas por los términos económicos y financieros.
Detrás de esto hay una nueva realidad internacional, en la cual se ha encontrado que el papel del sector privado va mucho más allá de sus resultados financieros.
De hecho, para Useche, “una empresa con buen desempeño en gobierno corporativo contribuye a su buen funcionamiento interno y a que haya transparencia en relación con los diferentes procesos que aplica, y también aporta positivamente a la sociedad con claridad y apertura en sus políticas”.
De puertas abiertas
Eso sí, para llegar a buen puerto, es clave que las firmas establezcan reglas claras y visibles para la toma de decisiones y así comprender cómo se toman estas.
Así lo considera César Tamayo, decano de la Escuela de Finanzas, Economía y Gobierno de la Universidad Eafit, quien agrega que esta hoja de ruta debe ser visible, de tal modo que pueda ser entendida tanto de manera interna como externa.
“Es muy importante tanto accionistas como clientes y comunidad en que está una empresa, tengan una noción transparente de cuál es el sistema de reglas bajo el cual se toman decisiones y bajo el cual se hace control de esas decisiones”, dijo el docente.
Imagen: Claves del gobierno corporativo en Colombia
En este punto, varios expertos consultados coinciden en que un gobierno corporativo fuerte redunda en beneficios para los diversos grupos de interés de las empresas, en particular, los inversionistas, empleados, proveedores y clientes. Así las cosas, la toma de decisiones se vuelve en el eje central de la relación entre las compañías y sus diversos grupos asociados.
En el caso de los empleados es fundamental que tengan condiciones favorables, con el fin de mejorar su bienestar y productividad; mientras que, en proveedores, también se deben generar relaciones de largo plazo, lo que permite tener insumos más confiables; y con los clientes y accionistas esto se traducirá en que la sostenibilidad de la empresa sea mejor.
No hay que olvidar que las movidas que se realizan dentro de las firmas pueden llegar a tener un impacto no solo en miles, sino en millones de personas, en especial en lo que tiene que ver con sus recursos. Por ejemplo, un gobierno corporativo fuerte se convierte en la piedra angular acerca de decidir sobre hacer o no una inversión.
Para Asobancaria, este indicador “garantiza que la compañía está siendo operada de una manera óptima, que hay una estructura sólida e institucional que no responde a una única opinión, sino que se tiene una estructura que respalda cualquier decisión que se tome”.
Y para un inversionista es clave el gobierno corporativo, sobre todo porque esto puede mover el péndulo de las decisiones entre si invertir o no su dinero en una empresa.
Al final del día, estas fortalezas tienen una incidencia positiva y se convierten en “una pieza fundamental de cómo funcionan las buenas empresas de hoy en día y es la condición básica para tener una empresa bien gobernada”, de acuerdo con José Ignacio López, presidente de ANIF.
Maximización de valor
Ahora, el gobierno corporativo está en permanente evolución y no está solo en el papel. Los avances en el panorama actual global giran alrededor de que las decisiones que se tomen al interior de las compañías maximicen el valor de los inversionistas y de accionistas, pero también de otros grupos de interés.
Todo lo anterior se convierte en un paso a seguir para tener un gobierno corporativo fortalecido, que, al final del día, tiene efectos en cómo las empresas son vistas desde afuera.
Por ello, los mercados financieros, además de evaluar qué sucede con las utilidades y precios en bolsa, están cada vez más atentos a hacer seguimiento e incorporar en su toma de decisiones los aspectos relacionados con gobierno corporativo.
Esto significa que, ahora, se hace también como una exigencia de los mercados el hecho de llevar procesos de medición de aspectos relacionados con gobierno corporativo, coinciden los expertos.
El siguiente paso
Aunque esto va más allá e incluye que las empresas sean transparentes en temas como posibles concentraciones del poder en determinadas instancias, las buenas relaciones entre los directivos, los potenciales conflictos de intereses y, además, cómo están en igualdad de género.
Así el gobierno corporativo se convierte en un reto, pero también en una oportunidad para las compañías, y su no aplicación atenta contra la sostenibilidad.
En todo caso, las oportunidades en este frente son mayúsculas e incluyen tener mejores prácticas de representación y participación de parte de diversos grupos sociodemográficos, de acuerdo con el decano de la Escuela de Finanzas, Economía y Gobierno de la Universidad EAFIT.
Pero también con avanzar en las agendas sociales y ambientales, que deben ir de la mano con el gobierno corporativo. Todo lo anterior, “debe estar dentro del ADN de las empresas”.
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