El actual panorama de Colombia, donde se discuten una serie de reformas sociales y económicas, ha levantado la mirada de calificadoras de riesgo, como es el caso de Fitch Ratings.
En el marco de la edición 57 de la Convención Bancaria de Asobancaria, Valora Analitik conversó con Alejandro García, jefe de análisis bancario para América Latina de Fitch Ratings, la calificadora de riesgo.
García aseguró que la reforma con mayor impacto -dentro del sector bancario- es la pensional, no obstante, este golpe podría ser “de corto plazo”.
Asimismo, el líder de análisis bancario de Fitch Ratings para la región otorgó un panorama sobre qué se espera para el sistema financiero colombiano este año.
¿Cómo se ve el sistema financiero colombiano si lo comparamos regionalmente?
Hay una serie de desafíos para los bancos colombianos, algunos de ellos no son exclusivos para este país, en realidad es un entorno complejo desde el punto de vista global y también regional.
Creo que el más importante de todos y particularmente desafiante es la ralentización de las economías.
Venimos obviamente de dos años de muy buen crecimiento económico posterior a la pandemia. Pero en realidad el conflicto de Ucrania, el disparo de la inflación, y la consecuente respuesta política monetaria con altas tasas, vino a significar un freno drástico en las expectativas económicas.
Entonces, creo que el principal desafío es precisamente el que estamos viviendo este año. Va a ser el primero en el que volvamos a ver tasas de crecimiento mediocres.
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América Latina va a crecer a menos del 2 % y creo que Colombia justo va a estar en ese contexto, nosotros estimamos que va a crecer menos del 2 % y creo que el gran desafío para los bancos es precisamente el hecho de enfrentar este entorno medio inesperado de desaceleración económica abrupta.
Pero, además, que venimos de dos años de un crecimiento fuerte de la actividad económica; de crecimiento fuerte en la distribución de créditos, entonces muchos de esos agentes económicos, digamos que este es el año en que van a pasar la prueba de demostrar su capacidad de pago de esas obligaciones en este contexto de menos ingresos, más costos financieros y una mayor erosión de la capacidad de pago por la inflación.
A pesar de esas mayores ganancias o de pérdidas de los bancos, ¿tenemos buenos niveles de solvencia, de márgenes en general de negocio bancario en Colombia?
Creo que eso es lo importante al final de cuentas, es natural que, digamos, cuando uno está en las distintas etapas del ciclo económico, lo esperado y diría hasta lo deseado, es que esas distintas etapas del ciclo económico se demuestren en la calidad de la cartera y en la rentabilidad.
Esos son como los absorbentes naturales del deterioro de la cartera. Enfrentamos una etapa de desaceleración o de recesión y es natural que obviamente empieza a haber un deterioro en la mora.
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Con ese deterioro en la mora viene un aumento en los castigos; luego en los castigos, pues hay que crear más provisiones porque hay que restituir ese colchón, el aumento en provisiones les pega a los resultados de los bancos y precisamente en un momento en que desde las líneas superiores del estado de resultados sufres porque hay menos volúmenes de ingresos, empiezan a estrechar márgenes, etcétera.
Entonces, diría que mientras el impacto esté limitado a lo que son los indicadores de mora y de rentabilidad, eso es hasta natural y casi deseado en momentos de choque económico como el que enfrentamos.
Lo importante es asegurarnos que eso no merme, o al menos no merme de manera significativa, los que somos pilares relativos a la adecuación de capital y, sobre todo, bien importante, como lo hemos visto con los eventos de estos bancos estadounidenses que enfrentaron problemas, que no se pongan en riesgo los pilares de estabilidad en lo relativo a los perfiles de liquidez y de fondeo de los bancos.
Para cumplir con Basilea III, la Superfinanciera y el gobierno les exigieron a los bancos un nivel de capital mucho más alto y eso los obligó a ellos a salir a captar muchos recursos. Eso presionó las tasas mucho.
Muchísimo. De hecho, fíjate que ese es un tema importante. Creo que es algo que se debiera señalar como uno de los temas que más estamos monitoreando con los bancos colombianos.
Precisamente, este nuevo marco regulatorio y la necesidad de salir a financiar ese crecimiento en créditos, que se vieron durante los últimos dos años precisamente en momentos que se introducían estas nuevas métricas, hizo que salieran precisamente a tener que captar depósitos y otro tipo de financiamiento a tasas más altas.
Un fenómeno que vimos con los bancos colombianos es que sus márgenes de interés no se incrementaron. Es un desafío porque casi todos los demás países de la región, al menos los bancos sistémicamente importantes, vieron esos márgenes de interés ensancharse.
Acá más bien, los márgenes estuvieron bastante estables, incluso se deterioraron levemente, pero confieso que el deterioro puede ser también un tema estadístico, técnico.
Entonces, la verdad es que como muchas de esas métricas se comparan con promedios mensuales, no siempre es tan fácil hacer la comparativa, no es manzanas con manzanas, pero sí creo que es un fenómeno que indudablemente vino a ser un reto el tener que pagar tasas más altas por la combinación de la regulación y de que venimos de vivir dos años de alto crecimiento en la colocación de crédito.
Como un todo, ¿el sistema financiero colombiano se ve robusto para ustedes?
Se ve robusto desde el punto de vista de las calificaciones que nosotros asignamos.
A pesar de que seguramente ciertas métricas se van a deteriorar, pero pensamos que el deterioro en el escenario base debe estar alineado y debe seguir siendo consistente con estas métricas.
Hay que recordar que los bancos colombianos, sobre todo los mayores, perdieron el grado de inversión hace dos años, arrastrados por el soberano.
Esto arrastró los bancos a la baja, pero hoy por hoy sus indicadores siguen siendo bastante consistentes con este nivel.
Ahora, un factor importante es los sistemas bancarios en América Latina, y de nuevo, Colombia no es la excepción, son relativamente concentrados que desde en ese sentido es bueno desde el punto de vista crediticio y financiero porque unos pocos bancos, que a su vez son grandes, tienen modelos diversificados, tienen una escala de negocios suficientes, son los que determinan el perfil de la industria como un todo.
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Esto no elimina la probabilidad de que de pronto haya jugadores más débiles. Si algún banco pequeño llegara a enfrentar una situación de debilidad financiera o algún problema de solvencia, sería muy poco probable que pudiera llegar a poner en entredicho la calidad del sistema como un todo.
¿Qué sostiene el informe más reciente?
La última vez que hicimos una revisión completa al sistema fue en diciembre, pero acabamos de hacer justo una revisión que llamamos preliminar.
Entonces, la última revisión que hicimos fue cuando tuvimos esta disponibilidad de cifras del primer cuarto del año, sí notamos el deterioro natural en las carteras en algunos puntos.
Pensamos que no necesariamente estos números del primer trimestre, aunque se ven algo débiles, van a ser un reflejo de las cifras de todo el año.
Hay un consenso de que el año empezó débil con posiblemente el segundo trimestre siendo relativamente por debajo de las expectativas, pero creo que hay un optimismo de que la segunda mitad del año pueda ser algo mejor.
¿Cómo se percibe desde Fitch esa constante fricción de mercados con el Gobierno nuevo del presidente?
Cuando uno ve estas cosas con una visión más global no siempre están tan mal como las vemos los locales ni tampoco como se ven desde la generalización de los extranjeros.
Pero sí hay que tener cuidado que, digo sé que es una situación nueva, es un gobierno que en realidad apenas está por cumplir un año, conocemos su agenda, sabemos cuáles son sus prioridades, sabemos que ha tenido sus dificultades en ejecutarlas, pero yo te diría que esa fricción, esa tensión que decías, esa está en cierto grado, no sé si sea buena, pero es natural.
A donde veamos en la región, lo mencionan nuestros colegas, los encargados del riesgo soberano, en todos lados hay algún tema político.
Temas de intervención, gastos virando hacia la izquierda, tal vez un entorno no tan benigno para la inversión privada, no solo es Colombia. Igual está México, igual están varios otros, el mismo Brasil, de nueva cuenta, Chile.
También vale resaltar que hoy día hay una serie de factores externos que magnifican mucho de esas tendencias.
Esto estamos viendo, no son condiciones normales, porque este entorno de la subida de tasas, la verdad es que no lo habíamos visto en 15 años cuando menos, pero sí, indudablemente el tema político lo monitoreamos.
Tiene un peso, no es mi intención y mucho menos minimizarlo tampoco porque si puede ser disruptivo en las expectativas económicas, pero francamente hacia donde volteas hay algún tipo de un gran signo de interrogación en, al menos una o más aristas.
¿Ven alguna de las reformas como un riesgo para los bancos?
La pensional, que puede ser, digamos la más cercana que pudiera pasar, es un riesgo para los conglomerados financieros porque algunos de ellos precisamente tienen algún tipo de participación en estos gestores de fondos.
Es cierto que puede significar un impacto de corto plazo dependiendo de los términos finales de la reforma porque podrían reducir los flujos de estas administradoras.
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Entonces, indudablemente sí puede tener un impacto en esta línea de negocios, pero la verdad es que los conglomerados financieros son tan diversificados que pensamos que podrían absorber ese impacto sin mayor consecuencia desde el punto de vista de su perfil crediticio.
Además, acuérdate que ese tema de la gestión de pensiones, ya era una industria que venía con muchas presiones competitivas y regulatorias.
Creo que este es un, digamos, viento de frente adicional que va a enfrentar este sector, pero a la larga creo que es algo que pudieran los bancos enfrentar y compensar con mayores volúmenes en otros en otros sectores.
La verdad me atrevería a decir que me preocuparía mucho más, por ejemplo, la reforma fiscal, que al principio se esperaba lograr un gran recaudo, pero se redujo al 1,4 % del PIB.
Ahora sí que es más importante ver hacia dónde se van esos recursos y que no se incrementen sustancialmente los déficits o que no se vaya solamente a gasto social, aunque tenga una muy loable connotación de mejorar la distribución del ingreso y atender las necesidades sociales de la población.
Pero al final de cuentas sí es importante recordar que, citando a mis colegas del equipo soberano, una de las debilidades de este rating soberano es que el nivel de deuda ya está por encima incluso de los de otros países clasificados en BB+.
Venimos de dos años de un muy buen crecimiento económico lo cual ayudó al denominador, pero en un período de crecimiento lento no sé cuál vaya a ser ese comportamiento.
Siempre existe el riesgo de que, si no se cuidan los balances fiscales y la dinámica de deuda, puede comenzar a subir ese peso de la deuda relativo al PIB y pudiera generar una dinámica negativa para el soberano.