Aunque al inicio de la temporada decembrina, el sol brilló y las lluvias cesaron en varios territorios de país, el inicio de 2023 ha estado pasado por agua.
Dos son las razones de la reactivación de las precipitaciones: el fenómeno de La Niña, que permanecerá activo por lo menos el primer trimestre del año, aunque con menos fuerza que hace unos meses, y el paso de las ondas de Madden-Julian.
Según las estimaciones del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), en los próximos días de enero se espera la reactivación del periodo de lluvias y un retorno a la normalidad en febrero.
La primera temporada de precipitaciones del año iniciaría a mediados de marzo y contaría con volúmenes cercanos a lo normal en las diferentes regiones del país.
En su informe, el organismo señala que el comportamiento de las lluvias entre diciembre de 2022 y marzo de 2023 está controlado por dos factores: el efecto del fenómeno de La Niña que, aunque con tendencia a debilitarse, mantiene cierto efecto sobre el clima del territorio nacional; y la acción de oscilaciones de la variabilidad intra-estacional.
El meteorólogo José Daniel Pabón Caicedo, profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), señala que “dicho fenómeno se presenta por el paso sobre el norte de América tropical de una fase convectiva (alta nubosidad) de las ondas de Madden-Julian, que ha activado las lluvias”.
Las ondas Madden-Julián fueron descubiertas en un análisis del viento zonal que Roland Madden y Paul Julián realizaron a finales de los años sesenta (utilizaron 10 años de datos de una estación localizada en la Isla Canton, en el Pacífico Occidental) y publicaron a comienzos de los años setenta.
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Se trata de una onda o zona de bajas presiones que recorren todo el mundo en un periodo de 30 a 60 días y generan fluctuaciones en las variables climatológicas como la nubosidad
“En su fase subsidente tiende a generar una disminución de la precipitación; la fase convectiva, estimula un aumento de la lluvia”, anota el experto, quien agrega que en esta “las ondas se desplazan de occidente a oriente por la atmósfera ecuatorial”.
Señala que “dicha oscilación genera fluctuaciones entre la estación lluviosa y la seca, por lo que forma parte de las llamadas ondas intra-estacionales. En su desplazamiento hacia el oriente, sobre el norte de Suramérica se ubica una u otra fase, con el efecto correspondiente. Además, es menos notoria a la simple percepción del ser humano”.
Con respecto al fenómeno de La Niña -también conocido como Fenómenos Fríos del Pacífico-, tiene un promedio de duración similar a los de El Niño, de 10.3 meses. Sin embargo, se han registrado episodios prolongados (cerca de 21 meses), como el ocurrido en 1954-1956.
El profesor Pabón anota que, además de Centro y Suramérica, su impacto es marcado en el Sudeste Asiático, Filipinas e Indonesia, así como en Australia.
No bajar la guardia en prevención del fenómeno de La Niña
Según datos de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), en Bogotá, las lluvias han afectado más de 160 hogares con inundaciones, represamientos y deslizamientos de tierra.
En el país, estas impactaron 5.840 viviendas en los 32 departamentos de Colombia, sobre todo Antioquia, Risaralda, Cauca, Cundinamarca, Nariño, Chocó, Putumayo y Norte de Santander; además, provocaron más de 200 personas fallecidas y 400 desaparecidos.
Según el profesor Pabón, los procesos de la variabilidad climática natural no se pueden controlar. Lo que se requiere, y en efecto lo hace el Ideam, es disponer de sistemas de monitoreo, diagnóstico y predicción climática que fortalezcan la vigilancia y alerta sobre los fenómenos extremos asociados. Con esta información las comunidades pueden activar sus planes de contingencia y reducir los impactos negativos de tales fenómenos.