Mediante una procesión, el féretro del papa Francisco fue trasladado por la Guardia Suiza desde la capilla de Santa Marta hasta la basílica de San Pedro, donde fue colocado en el altar de la Confesión. Este acto permitió que los fieles pudieran acudir a despedirse del pontífice, brindándole un último homenaje en un ambiente de recogimiento y solemnidad.
El papa Francisco falleció a los 88 años durante la madrugada del lunes 21 de abril. La ceremonia inicial tuvo lugar en la capilla de Santa Marta, residencia que ocupó durante su pontificado. Posteriormente, sus restos fueron llevados a la basílica vaticana, punto central del ceremonial fúnebre.
Durante el acto de traslado, el cardenal Kevin Farrell, camarlengo del Vaticano, pronunció unas palabras recogidas por medios internacionales: “Dejamos esta casa y damos gracias al Señor por los dones que, por medio de su siervo el papa Francisco, ha otorgado al pueblo. Suplicamos que, en su misericordia, le conceda morada eterna en el Reino de los Cielos”.
El cortejo fúnebre inició en la plaza de Santa Marta, continuó por la plaza de los Protomártires Romanos y se dirigió hacia la plaza de San Pedro. Una vez allí, el féretro ingresó en la basílica, escoltado por los cardenales presentes en Roma. Durante el recorrido, se observó una disposición ordenada, encabezada por los secretarios personales del papa y algunos de sus asistentes más cercanos.
Las cámaras de televisión captaron imágenes del interior de la capilla de Santa Marta, donde el cuerpo del pontífice reposó durante las últimas horas. En ese espacio, los cardenales reunidos guardaron silencio en señal de respeto, en espera del inicio de la procesión hacia la basílica.
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En paralelo, diversos medios de comunicación internacionales transmitieron el acontecimiento desde el Braccio di Carlomagno, el corredor elevado que ofrece una vista privilegiada de la plaza vaticana. Desde allí se pudo observar a una multitud congregada, conformada por fieles de distintas partes del mundo que acudieron para rendir un último tributo.
A las 11:00 de la mañana, hora local, comenzó el ingreso formal del féretro a la basílica de San Pedro. Obispos, cardenales y funcionarios del Vaticano ocuparon sus lugares para participar en la liturgia de la Palabra, presidida por el cardenal camarlengo. La ceremonia se desarrolló en un clima de respeto, marcado por el recogimiento y la espiritualidad que caracterizan los ritos litúrgicos de este tipo.