Creemos, En Marcha, Independientes, Fuerza Ciudadana, Fuerza de la Paz, Fuerza Democrática, Gente en Movimiento, Liga de Gobernantes Anticorrupción, Salvación Nacional, Todos Somos Colombia. Los anteriores son solo algunos de los 36 partidos políticos en Colombia. Un boom que encuentra su origen en 2016, con el Acuerdo de La Habana.
El más reciente en aparecer en el ya amplio panorama partidista nacional es Poder Popular. Esta semana, el Consejo Nacional Electoral, entidad encargada de decidir sobre temas políticos en el país, dijo que la disidencia interna que dirigió el expresidente Ernesto Samper en el Partido Liberal en los 90 contaba con los requisitos necesarios para ser partido.
Para empezar, el CNE resaltó la relevancia que tuvo a comienzos de esa década, al ser el movimiento con el que Samper llegó a la Presidencia de Colombia, a pesar de no tener personería jurídica.
Pero también citó la razón que ha sido una de las causas de ese boom para abrir la puerta a tantos partidos: el fallo de la Corte Constitucional en 2021 que revivió el Nuevo Liberalismo.
El Nuevo Liberalismo fue el partido con el que Luis Carlos Galán hizo su carrera política en los años 80, tras dejar el Partido Liberal. Sin embargo, con su asesinato en 1989, el partido desapareció. A pesar de que en 1988 perdió la personería jurídica, la Corte Constitucional reconoció su existencia.
Volviendo a Samper, el CNE consideró que Poder Popular también había sufrido de persecución política, como el asesinato del excongresista Ricardo Villa en 1992. Los hechos de violencia, dijo el CNE, “constituyen una limitación injustificada al derecho a la participación política de Poder Popular”.
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Fallos, leyes y acuerdos: el porqué del boom
Hay tres razones para entender este boom de partidos políticos en Colombia.
El primero es el fallo de la Corte Constitucional sobre el Nuevo Liberalismo. El alto tribunal ordenó al CNE reconocer la personería jurídica de ese partido teniendo como argumento otro de los grandes hechos políticos del siglo XXI en Colombia: los Acuerdos de La Habana.
El punto dos de los acuerdos firmados por las extintas Farc y el Gobierno de Colombia en 2016 plantea la necesidad de la apertura democrática para la construcción de paz. Y, en ese sentido, habla de la necesidad de fortalecer el pluralismo como una respuesta a la violencia política.
Así, el fallo de la Corte se convirtió en un precedente para revivir partidos como Unión Patriótica, Esperanza Democrática y Movimiento de Salvación Nacional.
La segunda razón también deviene del Acuerdo de Paz. En 2018, el Congreso de Colombia aprobó el estatuto de la oposición. El artículo 24 de este define que los que queden de segundos en las elecciones presidenciales tendrán derecho a una curul en Senado y Cámara.
Fue esta ley, justamente, la que permitió que Gustavo Petro llegara al Senado cuando perdió la Presidencia con Iván Duque. También permitió que Colombia Humana pasara de movimiento a partido político.
Por último, está la reforma política de 2011. Esta creó la figura de las escisiones, que no es otra cosa que permitir la división de un partido político.
Fue, a través de esta, que, por ejemplo, Jorge Robledo salió del Polo Democrático y creó Dignidad (hoy Dignidad y Compromiso por la fusión con Compromiso Ciudadano de Sergio Fajardo). Y que permitió que Roy Barreras creara Fuerza de la Paz, como una escisión de la Alianza Democrática Amplia.
Personalismo y poca representatividad: el riesgo
A pesar de que ha sido presentado como una forma de incentivar la participación, hay voces críticas al respecto de la existencia de tantos partidos.
Uno de ellos es Armando Novoa, abogado y exmagistrado del Consejo Nacional Electoral, que dice con preocupación que “mayor número de partidos no significa más y mejor democracia, sino su envilecimiento”.
También cuestiona que hay una notable “falta de reglamentación del Congreso hacia un fenómeno que debería ser resuelto por la vía legislativa”. A su juicio, esa proliferación lleva a fenómenos como poca representatividad, poca democracia interna, prácticas clientelistas y la personalización de la política.
Muchos de estos partidos se construyen alrededor de una figura, indica Novoa. Es el caso de Poder Popular, Fuerza Democrática y Centro Democrático. Los tres son partidos creados por expresidentes: Ernesto Samper, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, respectivamente.
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Ese punto lo explica el analista político y docente universitario, Carlos Andrés Arias, quien señala que muchos de estos partidos “no representan ideológicamente a los diferentes grupos poblacionales en Colombia. Representan, básicamente, a personalidades y caudillos políticos”.
Arias recuerda que las facciones políticas no son nuevas. Ya se vieron en el país con el Nuevo Liberalismo de Luis Carlos Galán o Salvación Nacional de Álvaro Gómez Hurtado. Pero advierte que “el que no haya partidos fuertes rompe la representación política y es una interpretación errada de lo que significa democratizar la política. Hacen que se fragmenten las posibilidades de generar consensos”.
La conclusión de Novoa es una preocupación. El experto en derecho electoral dice que “nos devolvemos al escenario que tuvimos en los 90. Con la Constitución de 1991 quisimos pasar del bipartidismo al multipartidismo, pero nos fuimos al extremo”.