Son varios los medidores que tiene una economía nacional para dar a conocer qué tan sanas o afectadas pueden llegar a estar sus finanzas. Una de las más importantes es si se tiene un déficit de la cuenta corriente. Vea más noticias sobre macroeconomía.
Para tener claridad, este déficit de la cuenta corriente funciona, palabras más palabras menos, como el resultado de más gasto y menores ingresos en lo correspondiente a transacciones externas.
Estas últimas se sustentan, sobre todo, en las negociaciones que se hacen en términos de exportaciones e importaciones. De esta manera, el déficit de la cuenta corriente es una realidad cuando las compras de importaciones superan los ingresos que se reciben por las exportaciones.
Sin embargo, el déficit de la cuenta corriente también puede medirse desde otras aristas. Un documento del Fondo Monetario Internacional (FMI) explica que una segunda cara de medición es la diferencia entre el ahorro nacional (tanto público como privado) y la inversión.
De esta manera, una cuenta corriente “puede reflejar una baja tasa de ahorro nacional en comparación con la inversión, o una tasa de inversión elevada, o una combinación de ambas”.
Otras características del déficit de la cuenta corriente
Ahora, según el IFM, un tercer medidor de esa cuenta corriente tiene de presente la dimensión temporal del comercio. “Aunque estamos acostumbrados al comercio intratemporal —es decir, a negociar hoy prendas de vestir por vino—, también podemos pensar en el comercio intertemporal, esto es: importar bienes hoy (cayendo en un déficit en cuenta corriente) y exportarlos en el futuro (logrando entonces un superávit en cuenta corriente)”, añade el documento del FMI.
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Sobre qué tan perjudicial es que un país mantenga un déficit de la cuenta corriente por un tiempo prolongado, el organismo multilateral recuerda que el déficit representa una acumulación de obligaciones, que además suelen ser financiadas con entradas en la misma cuenta financiera que habrá que pagar.
“Por sentido común, si un país desperdicia los fondos recibidos en préstamo del extranjero volcándolos en gastos sin rentabilidad a largo plazo, su capacidad de reembolso —es decir, su solvencia básica— podría terminar peligrando: la solvencia exige que el país quiera y pueda generar (en un momento u otro) un superávit en cuenta corriente suficiente para saldar sus deudas”, agrega el documento.
Finalmente, ante la pregunta de si un déficit de la cuenta corriente es malo en todos los escenarios, el FMI explica que depende del contexto que pudo haber causado el fenómeno.
Estas son las posibles respuestas:
1. Si hay exceso de importación en comparación con la exportación, el déficit en cuenta corriente puede denotar algunos problemas de competitividad. “Pero como también implica un exceso de inversión en comparación con el ahorro, bien puede ser reflejo de una economía muy productiva en crecimiento”.
2. Si el déficit es por escasez de ahorros puede ser consecuencia “de una política fiscal irresponsable o de un exceso de consumo”.
3. Pero también puede ser, recuerda el FMI, un indicador de un comercio intertemporal perfectamente adecuado, atribuible a un shock pasajero o a un cambio demográfico.