Avanza el 20° Congreso de la Asociación Internacional Economía (IEA) en la Universidad Eafit, el principal evento de este tipo en el mundo, y en uno de los días más esperados se dio la intervención de Michael Kremer, profesor de la Universidad de Chicago y ganador del premio Nobel de Economía en 2019.
En la plenaria de Kremer, llamada «Economía, Experimentación e Innovación», la cual cerró el tercer día de actividades, el académico abordó la importancia del método experimental y su impacto en temas sociales. En tal sentido, mencionó que este brinda a los investigadores económicos un sentido más profundo del objeto que están estudiando y de su contexto, lo cual da valores agregados en la actualidad.
Kremer, que ganó el premio Nobel en 2019 junto al indio Abhijit Banerjee y la francesa Esther Duflo, precisamente por su enfoque experimental para aliviar la pobreza global, destacó claves que permiten acercar este método a asuntos tan complejos como la pobreza mundial, con base en la economía del desarrollo, que ahora es un campo creciente de investigación.
Así, el método experimental se puede acercar a aspectos más pequeños y manejables que responden mejor con pruebas diseñadas para las personas más afectadas.
Kremer enfatizó de esta manera que los rendimientos sociales son positivos y van de la mano de la inversión privada pues “se dan paso a oportunidades para recursos motivados por temas de impacto social, en contextos en los que se tiene baja expectativa para la ganancia privada, pero alta rentabilidad social”.
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Más temas de interés en el Congreso IEA
Otra de las plenarias que se dio este 13 de diciembre estuvo a cargo de los profesores Eduardo Engel de la Universidad de Chile, en conversación con Raquel Fernández de New York University, quienes abordaron “Las nuevas políticas en infraestructura y corrupción desde Latinoamérica” con foco en algunos de los principales casos que han marcado este tema en el país y la región, tales como Ruta del Sol en Colombia y la empresa brasileña Odebrecht, con impacto en varios países de América Latina.
Engel destacó que ante el impacto que generó el caso Odebrecht en la región es latente que el riesgo de corrupción en grandes infraestructuras “se puede evidenciar desde la mala selección que beneficia a grupos de interés y, a la vez, genera grandes rentas».
En este sentido, también recordó que en el caso Odebrecht este ha sido el más grande procesado por el Departamento de Justicia de EE. UU. y, a pesar de sus hallazgos a la fecha, siguen por identificarse algunos aspectos y responsables en algunos países.
Por ello, Engel destacó que la clave para que casos como estos no se repitan en la región, es fundamental comprender conceptos como que “las renegociaciones en los contratos y adjudicaciones son dominantes y resultan en aumentos en los costos proyectados. Su importancia radica en el riesgo que hay de ser complacientes con los errores».
Por ello, es necesario que como ocurrió con varios de los proyectos de infraestructura de Odebrecht en varios países de la región, se analicen asuntos estructurales como los diseños, pues en caso de que estos no cumplan con las expectativas, se puede llevar “a renegociaciones poscontractuales rentables. El costo social de la corrupción es liderado por proyectos con bajos niveles de impacto social”.
De esta manera, Engel concluyó que los debates en torno a las renegociaciones en grandes proyectos de este tipo ante estos puntos es uno de los mayores retos actuales y a futuro en la región pues conllevan un riesgo moral y de selección adversa que puede terminar en rescates y pérdida de apoyo.
Otra conferencia llamativa en el tercer día del Congreso IEA fue la de “Desafíos globales, soluciones regionales: América Latina y el Caribe ante la crisis climática y de biodiversidad” a cargo de Fernando Álvarez del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe, Jorge Higinio Maldonado de la Universidad de los Andes y Eleonora Dávalos de Eafit, quienes explicaron algunos de los temas más coyunturales en esta materia en la región.
Maldonado enfatizó en que el asunto no es menor para América Latina pues los eventos de cambio climático han estado incrementando de manera sostenida, a un 23 % en cuanto a la cantidad de olas de calor, de las cuales el 10 % han sido severas.
De esta manera, se prevé que la temperatura y la aridez seguirán al alza, mientras que las precipitaciones se volverán más impredecibles. Se espera que para el 2100, la aridez incremente en 19 % en Suramérica, 81 % en el Caribe y 55 % en Mesoamérica, especialmente en Argentina, Chile, México y Venezuela.
En el caso de Colombia, por ejemplo, la profesora Dávalos enfatizó en esta cita del Congreso IEA que Colombia tiene un riesgo de transición energética porque el 37 % del ingreso externo del país es relacionado a la minería y combustibles, por lo cual “sí somos dependientes al sector energético”.
Si bien la región solo aporta el 10 % de las emisiones mundiales de CO2, su composición es diferente a la de países desarrollados, por lo cual es importante desarrollar estrategias propias, ya que las necesidades son específicas a esta parte del mundo y a las cuales es pertinente anticiparse.
Por este motivo, es necesario priorizar la adaptación con soluciones basadas en la naturaleza y prácticas agrícolas resilientes, junto con un mejor conocimiento y acercamiento a los temas de riesgo climático y los desafíos propios que tiene cada país.