En el marco de la discusión que va a fijar el incremento del salario mínimo en Colombia de cara a 2022, analistas, centrales obreras y hasta precandidatos a la Presidencia de Colombia han manifestado la necesidad de que la mesa de concertación dé mayor importancia a lo que ocurre con el alza de precios de los alimentos.
Y justamente esta variable es sustancial toda vez que, en esta discusión del salario mínimo, se viven una serie de fenómenos atípicos que generan justamente otros focos de debate.
Colombia se ve inmersa en una de las presiones inflacionarias más importantes de los últimos años: el costo de vida en el país va a pasar de largo por el rango meta del Banco de la República y ahora se espera termine arriba del 5 %.
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Ante la situación, el mismo Gobierno, a la cabeza del Ministerio del Trabajo, ha manifestado que se tendrá en cuenta la necesidad de que el incremento del salario mínimo mitigue la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores colombianos.
Un marco más analítico en la inflación
En ese sentido, más allá del dato total de inflación, se ha pedido que parte de la discusión se centre en resultados que dimensionen las mayores afectaciones de los hogares colombianos ante una inflación disparada.
Es por esto que el dato de inflación básica de alimentos entra a jugar un rol protagónico en el diálogo. La explicación está en que es esa cifra la que da la magnitud de lo que los hogares del país pueden estar asumiendo para comprar carne, huevos o leche.
Registros del Banco de la República dejan ver que la inflación básica de alimentos varió 15,34 % a cierre de noviembre, mientras que la inflación básica de alimentos y regulados lo hizo a ritmos del 10,75 %.
El punto relevante es que los dos indicadores mantienen una escalada en lo corrido del año y se sitúan en máximos no vistos en Colombia desde el año 2016.
Precandidatos a la Presidencia, como Óscar Iván Zuluaga y Juan Carlos Echeverry, han manifestado la necesidad de mirar el comportamiento de ese indicador para tener una fotografía un tanto más detallada de cuál es la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores del país.
Sin embargo, hay quienes piensan que, si bien las inflaciones básicas de alimentos son importantes por la coyuntura, no hay que sacar del marco analítico el hecho de que estas presiones van a ser pasajeras y en 2022 se verían números un tanto más aterrizados.
¿Pero qué tan pasajero va a ser el fenómeno? De momento no se sabe. Las expectativas de inflación dicen que el costo de vida en Colombia volvería al rango meta del Banco de la República en 2022, pero los altos precios podrían incluso seguir viéndose hasta mitad del próximo año.
¿Qué tan larga puede ser una inflación alta?
De hecho, hay análisis que exponen que la inflación en Colombia podría tocar un pico del 6 % al cierre del primer trimestre del próximo año. Y, en ese panorama, la normalización de precios de alimentos sigue siendo incierta.
La explicación está en que, de un lado, si bien puede mitigarse un tanto las afectaciones por un clima más benévolo con los productores, no se puede pensar lo mismo sobre el transporte internacional: el comercio exterior puede seguir estancado.
Y esto último es importante porque hay varios insumos para la producción de alimentos que no llegan al país a los niveles esperados y los que llegan lo hacen a precios muy altos, lo que se traduce en mayores costos y un producto final más caro.
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Basta ver lo que está pasando con la leche en Colombia, hay escasez del producto y, según datos de Asoleche, “la producción y el acopio en el último mes ha caído más de 15 % lo que genera 1,6 millones de litros faltantes al día”.