China y Estados Unidos disputan el primer lugar por dominar la economía global, y su creciente rivalidad ha redefinido el panorama geopolítico del siglo XXI.
Mientras que Estados Unidos busca mantener su hegemonía global, China ha emergido impulsado por su rápido crecimiento económico, avances tecnológicos y una diplomacia más agresiva.
En este contexto, la tensión entre ambas potencias no solo está marcando su relación bilateral, sino también redibujando las alianzas y dinámicas globales.
La recuperación de China y su posición actual
Primero hay que entender el crecimiento rápido que tuvo China, pasando de una economía basada en la agricultura a la tecnología y sobre todo su capacidad de adaptación desde la reforma y apertura, donde logró un rápido despegue.
LI Ziying, catedrática de la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing, le explicó a Valora Analitik desde China, que mucho del éxito se debe a las reformas de Deng Xiaoping, presidente a inicios de los 80.
La catedrática señala que: “Las reformas incluyeron la coexistencia de sectores económicos, colectivos y privados, lo que dinamizó el mercado, junto con la apertura al exterior, permitiendo la entrada de inversión extranjera y tecnología”.
Los chinos marcan desde ahí un nuevo comienzo para la economía del país, un punto aparte muy profundo.
La apertura económica y el comercio exterior, así como la entrada a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 2001 facilitó el acceso a los mercados globales, consolidando a China como la «fábrica del mundo». Además, el país desarrolló una infraestructura moderna, invirtió en innovación tecnológica y fomentó el crecimiento de su clase media, lo que impulsó el consumo interno.
A través de una política de inversión pública masiva, un modelo basado en exportaciones, y una fuerte planificación central, China resistió crisis globales como la de 2008 y la pandemia de Covid-19.
Otra de las noticias que el gobierno chino se atribuyó fue sacar de la pobreza a 800 millones de personas en 40 años. LI Ziying explica cómo se logró:
“El Partido Comunista de China y el gobierno crearon un grupo directivo y oficinas en todos los niveles de gobierno para coordinar esfuerzos de alivio de la pobreza, adaptando las políticas a las realidades locales. La participación de todos los sectores de la sociedad también fue clave para mejorar las condiciones de vida de los pobres”.
El arma comercial: aranceles
Luego de su rápido ascenso del país asiático a la economía mundial, entra un arma importante en el comercio, que empieza a mover la balanza, los aranceles.
Estas tarifas han sido una herramienta clave en la guerra comercial entre Estados Unidos y China, que comenzó en 2018 durante la presidencia de Donald Trump.
En ese momento, Estados Unidos impuso aranceles a productos chinos, argumentando prácticas comerciales desleales, afectando sectores como la tecnología y la manufactura.
China respondió aplicando aranceles a bienes estadounidenses, especialmente agrícolas, lo que elevó los costos para ambos países, impactando tanto a los consumidores como a industrias clave.
A pesar del acuerdo de «Fase Uno» firmado en 2020, muchos de estos aranceles permanecen, reflejando una disputa más profunda sobre el liderazgo económico mundial.
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El más reciente movimiento se dio en materia de los vehículos eléctricos, Estados Unidos anunció que a partir del 27 de septiembre aplicará un arancel del 100 % a los vehículos eléctricos chinos. Así como aranceles del 50 % a los paneles solares y del 25 % a otros materiales o productos como el aluminio, las baterías eléctricas y el acero.
Caso Huawei
Un claro ejemplo de la presión de aranceles y bloqueos fue el caso popular que ocurrió en 2019, cuando el gobierno de Estados Unidos, bajo la administración de Trump, incluyó a Huawei en la «lista negra» (Entity List), prohibiendo a las empresas estadounidenses venderle tecnología sin obtener una licencia especial.
La decisión se argumentó en preocupaciones de que Huawei podría utilizar sus equipos de telecomunicaciones para realizar espionaje a favor del gobierno chino, dada su participación en el desarrollo de redes 5G a nivel mundial.
Esta medida tuvo un impacto significativo en Huawei, que dependía de componentes esenciales, como chips, provenientes de compañías estadounidenses.
Además, Google se vio obligada a suspender el acceso de Huawei a su sistema operativo Android, complicando aún más el negocio de los teléfonos inteligentes de la empresa.
El gobierno chino denunció estas acciones como un intento político por parte de Estados Unidos de frenar el avance de Huawei y proteger su propia hegemonía tecnológica.
Este caso es un claro ejemplo de la pugna por el dominio en tecnologías avanzadas, como las redes 5G, y forma parte del contexto más amplio de la guerra comercial y tecnológica entre ambas naciones.
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Los retos de China
La catedrática señala que actualmente los principales desafíos para China incluyen una economía global debilitada, riesgos en sectores clave como el bancario y el inmobiliario, y una falta de confianza por parte de los actores económicos.
Para China, resulta crucial fomentar la confianza del consumidor y mantener la estabilidad en los precios y el empleo.
Sin embargo, el país enfrentará un panorama complejo con la llegada de Donald Trump nuevamente a la Casa Blanca, un opositor firme de la cooperación con China.