Donde la muerte se hace vida

Los cementerios son lugares de vida, porque de algún modo en ellos se pone de manifiesto la victoria del espíritu sobre la materia.

Por: Gilma Úsuga

Cementerio Museo San Pedro 180 Años

Este 22 de septiembre, el Cementerio Museo San Pedro cumple 180 años de fundación. Erigido en 1842 como un lugar para los muertos, con los años se ha convertido en una microciudad plena de color para los vivos. Sí, los cementerios son lugares de vida, porque de algún modo en ellos se pone de manifiesto la victoria del espíritu sobre la materia.

Concebido y fundado en la primera mitad del siglo XIX por Don Pedro Uribe Restrepo – médico y empresario – y 49 socios más, como el camposanto de la élite medellinense, en su primera etapa (1842-1921) se caracterizó por su espléndida arquitectura, llena de detalles y un aire de solemnidad, con la que se buscaba perpetuar el estatus social de los finados, cuyos despojos reposan aquí. Este origen, sin duda, marcó el destino posterior del lugar denominado inicialmente Cementerio San Vicente de Paul, hoy reconocido como un centro de memoria, cultura, historia, encuentro y contemplación.

Han sido casi dos siglos de evolución, donde las imágenes de la muerte, los rituales de sepultura y las formas de recordar, se han convertido en una proyección de la vida, la devoción y la situación socio – económica de los habitantes del Valle de Aburrá.

Donde la muerte se hace vida
Foto: Cementerio Museo San Pedro

De cementerio de los ricos a camposanto de todos

Tras casi 80 años de funcionamiento continúo como centro de inhumación de los miembros de la “clase pudiente” de Medellín y Antioquia, entre los años 1920s y los 1970s, este lugar de descanso eterno incorporó elementos del urbanismo emergente en la Antigua Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín. De acuerdo con el Libro de Relatos Funerarios de la Fundación Erigaie (2015), “los mausoleos y tumbas empezaron a modificarse y a pasar de las esculturas a formas de viviendas y materiales de construcción similares a los que se utilizaban en la ciudad”. Para ese entonces, el Cementerio se expandió y se engalanó con la construcción de la emblemática capilla -proyectada por el arquitecto belga Agustín Goovaerts-; un espacio que representa el conjunto patrimonial más valioso del camposanto y en cuya austera solemnidad se destaca la cúpula, el altar, el órgano tubular y el arte de sus vitrales luminosos.

Tales cambios fueron un reflejo de la transformación del Valle de Aburrá en una urbe con un importante crecimiento demográfico. Los mausoleos adornados con imágenes talladas en mármol, importadas de Europa, dieron paso a las galerías con bóvedas, entregadas en venta o en arriendo ante la demanda de la creciente población; y nuevos elementos fueron incorporados en el rito funerario. Paulatinamente, el San Pedro se convirtió en un espacio igualmente relevante para la muerte y para la vida de los medellinenses. Con la expansión y el desarrollo de la ciudad, el cementerio quedó incorporado en un eje vital conformado el Hospital Universitario San Vicente de Paul, el Jardín Botánico y la Universidad de Antioquia.

Donde la muerte se hace vida
Foto: Cementerio Museo san Pedro

Los muertos de la violencia

Con la llegada de los años 1970s y la Medellín del narcotráfico, las bandas, el dinero fácil y las muertes violentas, el cementerio fundado por Don Pedro Uribe Restrepo adquirió una mayor relevancia. El San Pedro se convirtió en el gran receptor de los despojos de las víctimas de la violencia, el lugar donde la muerte y la vida se encuentran en profundo duelo. Renació el culto al recuerdo, lo que era privado se tornó público y el dolor que era individual se extendió a toda la sociedad.

En ese contexto, el Cementerio San Pedro cumplió una importante labor social en la Medellín de la época. Desde entonces su principal función ha sido “la prestación de los servicios funerarios de inhumación, cremación, exhumación, arriendo y venta de cenizarios y bóvedas, y celebraciones litúrgicas; cuyos réditos se han utilizado para el sostenimiento de un bien de interés cultural de la Nación, así como para apoyar a distintas instituciones de la ciudad y el departamento”, según destacó Juan José Restrepo, actual director ejecutivo del Cementerio-Museo.

Hoy en día, el portafolio fúnebre incluye 10.200 bóvedas de arrendamiento, 2 unidades crematorias de última tecnología para el debido cuidado del medio ambiente y las respectivas galerías de osarios y cenizarios que rodean la plazoleta original, en la que aún se conservan los mausoleos con esculturas emblemáticas como las Tres Marías, el Ángel del Silencio, la Madre que llora y la Mujer Orante, entre otras. Tanto por sus servicios fúnebres como por su belleza arquitectónica, el valor de su arte, y la manera en que refleja la historia de la ciudad a través de sus muertos, el San Pedro es un lugar frecuentado por una gran cantidad de personas, y apropiado por una ciudadanía que ha encontrado allí la forma de expresar, comprender y difundir la memoria de la ciudad.

Donde la muerte se hace vida
Foto: Carolina Llano

El valor histórico y patrimonial

En 1996 se adelantó un estudio de valoración y se trazó un plan de conservación y revitalización del sitio a partir del reconocimiento de su valor como lugar de historia y memoria, así como de su conjunto monumental, epicentro de rituales de todas las creencias y caminos de Fe. Como consecuencia, en 1998 fue reconocido como museo de sitio por la Red de Museos de Antioquia y en 1999 se declaró Bien de Interés Cultural Nacional por el Ministerio de Cultura. Desde entonces la plenitud del Cementerio- Museo como punto de encuentro, de cultura y de contemplación es evidente para un público que va más allá de los deudos e incluye estudiantes, artistas, creadores, y escritores.

Además de empresarios, expresidentes de la República, hombres de ciencia y ciudadanos comunes y corrientes, el San Pedro se erige como lugar de reposo de escritores icónicos como Jorge Isaac, Pedro Nel Gómez, Efe Gómez, Ciro Mendía, Fidel Cano y Tomás Carrasquilla (en proceso de traslado al camposanto), a cuyos despojos se unirán en su momento los del escritor vallecaucano Gustavo Álvarez Gardeazabal, autor de “Cóndores no entierran todos los días.” Contrario a las limitaciones que a veces nos impone la vida, en la ciudad de los muertos hay espacio para todos los valores e ideologías. Tal vez esto es lo que hace especial y único al San Pedro. Sin dejar de ser cementerio, se ha convertido en guardián del pasado y de una conciencia histórica en permanente actualización. Por eso, hoy celebramos 180 años de memoria viva, por la iniciativa de Pedro Uribe Restrepo, que reunió a mineros, comerciantes y empresarios para cumplir ese sueño conjunto de un lugar digno para honrar la memoria de sus difuntos. Visionarios que hicieron parte de numerosas iniciativas privadas, en pro de la modernización y el embellecimiento de la ciudad, como la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín. A esos hombres y mujeres del siglo antepasado que pusieron sus capitales y sus ideas para mejorar la calidad de vida material y cultural de sus vecinos, los recordamos hoy con inmensa gratitud.

EL SAN PEDRO ALOJA LOS DESPOJOS DE ALGUNOS “INMORTALES”

Personajes de la vida nacional que duermen el sueño eterno en el emblemático Cementerio Museo San Pedro de Medellín:


Expresidentes de la República
Mariano Ospina Rodríguez

Carlos E. Restrepo Restrepo

Pedro Nel Ospina Vásquez

Empresarios
José María «Pepe» Sierra

Carlos Coriolano Amador Fernández

Luis Eduardo Yepes (Fundador de almacenes LEY).

Alejandro Echavarría (Fundador de Coltejer).

Germán Saldarriaga del Valle (Fundador de la fábrica de pinturas Pintuco)

Escritores y artistas

Jorge Isaacs

Pedro Nel Gómez, pintor y muralista.

Efe Gómez

Ciro Mendía

Fidel Cano

Bernardo Vieco, escultor.

Tomás Carrasquilla (En proceso de traslado).

LAS CIFRAS DEL SAN PEDRO HOY

La Fundación Cementerio de San Pedro es la encargada de administrar este Camposanto cuyas cifras denotan la importancia que los muertos tienen para los vivos:

45.000 bienes entre bóvedas, osarios, cenizarios y otros.

54 empleos directos y miles de empleos indirectos. Cientos de personas, familias y derivan su sustento de la floristería, la fabricación de lápidas, floreros, jardineras, a los que se suman instaladores, vendedores de reliquias, músicos, asistentes de servicios y seguros exequiales, entre otros.

2.615 millones de pesos entregados en los últimos ocho años a más de 40 fundaciones y centrosde atención de población vulnerable,cuyo funcionamiento es posible gracias al apoyo económico de la Fundación-Cementerio de San Pedro.

ACTIVIDAD CULTURAL

A la actividad funeraria, el Cementerio Museo suma una altísima movida cultural a través de:   

Programa de Acompañamiento al Duelo: Programa gratuito dirigido a la población que se encuentra en proceso de duelo por el fallecimiento de un allegado. Se acompaña a las familias en este momento de su vida a través de estrategias que permitan asumir la pérdida.  

Atardeceres en el Cementerio: Recorrido nocturno por el camposanto. En compañía de un guía experto, los visitantes tienen la oportunidad de conocer la historia de los personajes, mausoleos y obras artísticas.  Programa gratuito para estratos 1, 2 y 3 de Medellín.

Visitas guiadas especializadas: Dirigido a investigadores, estudiantes de secundaria, pregrado y postgrado. Se busca dar a conocer el Cementerio Museo como referente de ciudad a partir de las lecturas históricas, antropológicas y estéticas del lugar. 

Recorridos autodirigidos (Video guías): Dirigido a toda la comunidad. La app permite recorrer el cementerio de manera autónoma por 11 estaciones que acercan a los visitantes a este espacio patrimonial pleno de historia y de arte.

Conciertos y obras de teatro: Conciertos de órgano tubular y festivales de música con invitados nacionales e internacionales.

Bibliografía:

Libro de Relatos Funerarios. Cementerio Museo San Pedro. Fundación Erigaie. Mayo 2015

Documentos de la Dirección Fundación-Cementerio San Pedro. Septiembre 2022

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