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La Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF) y Colombia Fintech presentaron recientemente un informe en el que argumentan cómo los cambios metodológicos en la tasa de usura tendrían un impacto positivo en la inclusión financiera.
Lo anterior, pues “el control excesivo sobre las tasas de interés no solo restringe la inclusión financiera, sino que puede desplazar a los usuarios hacia mercados informales, como el ‘gota a gota’, donde enfrentan tasas más altas y menor protección”, dice la investigación.
Es importante recordar que, según el Banco de la República, la tasa de usura representa el valor máximo de los intereses que puede cobrar un organismo a los agentes de la economía. Esta se define como 1,5 veces la tasa de interés bancario corriente (TIBC), calculada mensualmente por la Superintendencia Financiera con base en la información suministrada por los establecimientos de crédito.
“Nos dimos cuenta de que la disminución de la cartera y el aumento en la misma significaban cosas distintas. A medida que la tasa de usura empieza a descender, cuando el stock de crédito en el país se empieza a ver más pequeño, no significa lo mismo para todas las personas”, manifestó Gabriel Santos, presidente de Colombia Fintech.
De acuerdo con la investigación, en términos generales en Colombia el 35 % de la población accede a crédito, pero el porcentaje varía según el nivel social en el que se mire, que es, precisamente, una de las desagregaciones del estudio para el caso de las personas.
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Mientras que el 64 % de las personas de altos ingresos alcanzan créditos en el país, en el caso de estratos más bajos solo llega a 21 %.
La migración al crédito ilegal
Al no ser actualmente el crédito formal una alternativa para personas de bajos ingresos, el estudio de ANIF y Colombia productiva calculó que el 37 % de las personas recurren a otros préstamos por fuera del sector financiero, muchos de los cuales son de los denominados “gota a gota”.
El problema radica en que la tasa de interés que enfrentan las personas al endeudarse con el gota a gota “alcanza el 382 % anual, lo que lo convierte en una opción sumamente onerosa y riesgosa. En contraste, las tasas estimadas de las cooperativas, bancos y microfinancieras son mucho más bajas, con promedios de 15,6 %, 17,9 % y 26,5 %, respectivamente”, se lee en la investigación.
Incluso, se agrega que “otros proveedores de crédito digital, con una tasa promedio de 29,6 %, presentan costos considerablemente inferiores y permanecen por debajo del promedio de la tasa de usura de los últimos 12 meses”.
Así las cosas, los gremios subrayan la importancia de encontrar un equilibrio entre una regulación que evite prácticas predatorias y la necesidad de fomentar el acceso al crédito formal.
“Estudiar los efectos de la tasa de usura y su regulación en Colombia es crucial para entender cómo estas políticas impactan a los hogares y las MiPymes, afectando su capacidad de acceder a financiamiento y contribuyendo, en última instancia, a la exclusión financiera”, decía la investigación.
Las soluciones que proponen ANIF y Colombia Fintech
Entre las alternativas para mejorar el acceso al crédito en Colombia -especialmente de las personas de menores ingresos- ANIF y Colombia Fintech proponen tres alternativas.
La primera de ellas es modificar la forma en la que se calcula el interés bancario corriente. “El cálculo del interés bancario corriente no tiene que ser publicado para comentarios, no obedece a ninguna metodología técnica, sino que es una discusión interna con la SuperFinanciera. Entonces lo primero que creemos es que debe tener una discusión transparente”, explicó Santos.
El segundo, argumentan, la bolsa de créditos donde se predica el interés bancario corriente “es una bolsa que incluye una cantidad de créditos que nada tienen que ver con el crédito que se va asignar”.
“Hoy en día propusimos separar a la Superfinanciera dos tipos de crédito: una bolsa con los créditos de consumo y una con los créditos ordinarios. Los de consumo son los más riesgosos que representan en esos segmentos más vulnerables de la sociedad. Usualmente las personas para ingresar a un crédito, cuando no tienen la información o trabajo, ingresan a través de los créditos de consumo”, explicaron.
Por otro lado, “los créditos ordinarios, inmensos, empresariales, productivos, que se puedan ponderar por un lado distinto, ya que son para segmentos distintos. Que cada uno tenga su interpretación de acuerdo a su riesgo”.
Solo ese cambio, según la investigación, generaría en el país un aumento del stock de crédito de $10 billones.
Finalmente, la promoción de la tecnología. En este país hemos sido alérgicos a la adopción de créditos desde el punto de vista de orignación de créditos. Las microfinancieras, por ejemplo, tienen que mandar tropas de gente a las zonas rurales y eso hace que el sistema de originación de los proyectos sea muy caro.
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