El pasado fin de semana, Rusia volvió a protagonizar las primeras planas de la opinión pública luego de que se organizara un motín del Grupo Wagner que dejó más dudas que certezas.
Este motín, señaló el propio líder del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, tuvo como motivo “proteger” al conglomerado y no “derrocar el poder en Moscú”.
Los medios de comunicación al margen de la guerra relataron el pasado viernes y sábado cómo las unidades comandadas por Prigozhin, que se dirigían a Rostov y a Moscú, se enfrentaron a miembros del ejército ruso.
Cerca de 30 efectivos del conglomerado bélico fallecieron y otros tantos resultaron heridos.
Este motín fallido, que terminó con Prigozhin dirigiéndose hacia Bielorrusia, fue el intento del jefe bélico para entregar las armas y desvincular su unidad de la etapa actual de la guerra, ya que no lograron firmar contrato directo con el Ministerio de Defensa.
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“(La obligación de) esta condición llegó en el momento menos adecuado”, explicó Prigozhin en el video publicado este lunes.
El futuro de la guerra en Ucrania tras el intento de motín del Grupo Wagner
Aunque el Grupo Wagner aclare su accionar por el fallido motín del pasado fin de semana, aún existen claroscuros sobre la misma situación y qué pueda derivar de la misma.
Desde Occidente ya se ha comenzado a señalar la fragilidad interna de Rusia destacando que el país “se está debilitando”, especialmente figuras que parecían inquebrantables como el presidente Vladímir Putin.
Alex Brideau, analista principal de Rusia de Eurasia Group, mencionó que el hecho de que una columna del grupo militar pudo avanzar cientos de kilómetros sin prácticamente resistencia “es algo que podría perjudicar a Putin a largo plazo”.
El analista sostiene también que los sucesos invitarán a las élites rusas a cuestionarse si “puede volver a ocurrir”, lo cual, perder esa aura de invisibilidad “es la peor pesadilla” para hombres que se muestran fuertes, como Putin.
Por otro lado, Mauricio Jaramillo, profesor de relaciones internacionales de la Universidad del Rosario, remarcó que “aún hace falta” una parte de la información oficial.
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“No sabemos por qué no hubo resistencia militar al avance (…) No sabemos si es que Putin estaba seguro que no iban a ocurrir disparos”, aseguró.
El catedrático enfatizó en que los sucesos del pasado fin de semana debilitan la credibilidad -ya cuestionada- del ministro de Defensa Serguéi Shoigú.
“Putin aún mantiene un control importante, ya que pudo congelar la crisis rápidamente, pero la legitimidad de su ministro de Defensa sí está francamente debilitada, va a ser muy difícil reponer esa autoridad”, apuntó Jaramillo.
Si bien el propio futuro de la guerra en Ucrania es incierto, los analistas no coinciden en lo que pueda representar esta incursión bélica para el desenlace del conflicto entre Moscú y Kiev.
“No creo que vaya a tener un efecto en la guerra. Ucrania no tiene autorización para atacar a Rusia en su territorio, es una condición sine qua non de los aliados”, apuntó Jaramillo.
Para el docente, el curso de la guerra continuará. “Esa apuesta de que Putin se iba a caer era una lectura equivocada. La crisis interna entre Wagner y el Ministerio de Defensa es una cosa diferente al curso de la guerra”, agregó.
Mientras tanto, Alex Brideau, considera que los sucesos del pasado fin de semana muestran que las cosas “podrían ir muy mal rápidamente” si ocurre una combinación de factores.
“Si el acuerdo con el Grupo Wagner se desmorona, si Ucrania obtiene grandes victorias en la contraofensiva y si las milicias ven una oportunidad interesante para desestabilizar a Rusia”, precisó.