“El GEA más que un grupo de compañías millonariases producto del esfuerzo de varios antepasados, de aquellos empresarios antioqueños que visionaban un gran grupo industrial, pero que, a su vez, compartiera una filosofía de hacer negocios, valores, idiosincrasia… Eso es el GEA y por ello Gilinski no es bienvenido, porque no representa eso”.
Así, firme y conciso, Carlos Londoño, pequeño accionista de Nutresa, expresa el sentimiento que él, más socios, colaboradores, pero también otros directivos y empresarios de Antioquia en general comparten sobre lo que es el GEA y por qué Gilinski y su grupo, a pesar de ocho OPA multimillonarias y varias decisiones controvertidas por parte de las superintendencias, no ha logrado el control del holding que conforman Sura, Nutresa y Argos.
Las disputas entre el Grupo Empresarial Antioqueño (GEA) y el Grupo Gilinski tomaron un nuevo tinte la semana pasada tras las ‘super asambleas’ que desarrollaron precisamente Sura, Nutresa y Argos y que sirvieron de termómetro, otra vez, para ver cómo el holding se resiste a la toma hostil del empresario caleño Jaime Gilinski, el cuarto hombre más rico de Colombia con una fortuna de US$3.600 millones, según la más reciente actualización de la lista Forbes y que ocupa el puesto 787° entre los billonarios del mundo.
A pesar de su poderío e influencia y una lucha de ya casi año y medio, Gilinski no ha logrado su objetivo y muchas preguntas rondan sobre que ha podido evitar lo que sería la toma del siglo en el mundo empresarial del país y una de las mayores en América Latina de la historia reciente.
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El GEA, más que un holding empresarial
Más allá de su estructura y el enroque empresarial que ha conservado por décadas para evitar tomas como las de Gilinski, que han puesto en jaque al GEA, la respuesta de Londoño resume lo que sienten personas cercanas a sus compañías, pero también algunos que ya no tienen que ver con ellas o que son alejadas al mundo empresarial de la región.
Una de las voces más fuertes se escuchó precisamente en la reciente super asamblea de Sura, en la que Carlos Raúl Yepes, expresidente de Bancolombia, dio varias razones por las cuales esta ‘guerra’ debía parar pues no es la manera ideal de hacer negocios. En su intervención de 12 minutos, que despertó simpatía y aplausos en todo el auditorio presente ese 31 de marzo en Plaza Mayor, también hay pistas del por qué Gilinski no es bienvenido en el GEA y Antioquia.
Yepes contó bajo su propia experiencia la particular batalla que afrontó contra el grupo del empresario caleño por la adquisición del entonces Banco de Colombia.
“Yo lo que quiero es darle mi testimonio doctor Gilinski, a usted lo respeto y usted me respeta…Nosotros nos conocemos hace muchos años, por allá en una época nos dio por comprar una parte mayoritaria del Banco de Colombia… En 1997 el abogado del señor Gilinski en Estados Unidos nos dijo que nosotros los habíamos estafado, y ahí empezó la guerra… Fueron 12 años de sufrimiento donde no vi crecer a mis hijos, solucionábamos una demanda y nos llegaban tres. A los 33 años me reventé, me tuvieron que operar del corazón”, afirmó conmovido el expresidente de Bancolombia.
Ese suceso que, para muchos analistas y gurús del mercado bursátil en Colombia, aún está presente para Gilinski, “es una de las principales razones por las cuales no ha detenido su obsesión por el GEA. Es una especie de reto personal y que sabemos no va a detenerse hasta que consiga ‘la joya de la corona’: Bancolombia”, explicó un directivo de una compañía financiera del holding que prefirió guardar reserva de su nombre.
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¿Qué pasó entre el GEA y Gilinski a principios de los 2000?
El GEA ya mantuvo una disputa que duró 11 años, desde 1999 hasta 2010, con los Gilinski.
Pero todo se remonta al año 1997, cuando se dio a conocer lo que se llamó ‘el negocio del siglo’. Los Gilinski aceptaron vender el 51 % del Banco de Colombia por un monto astronómico para la época: US$418 millones. Para aquel entonces, ese banco era el segundo mayor prestamista del país y el adquiriente era el Banco Industrial de Colombia (BIC), presidido por el antioqueño Jorge Londoño Saldarriaga, quien concretó el traspaso con Isaac y Jaime Gilinski, padre e hijo y propietarios de la firma adquirida.
Este movimiento dio origen a lo que hoy es Bancolombia, la entidad financiera más grande del país, pero una vez se cerró la negociación hubo discordias y hasta un pleito jurídico de por medio, precisamente en el que Carlos Raúl Yepes participó activamente.
La disputa inició debido a que el BIC tomó un crédito por US$265 millones por parte de JP Morgan para cancelar el total de la operación. Pero los Gilinski interpusieron una demanda en 1999 en la que pretendían una indemnización de US$200 millones, según sus apreciaciones, porque el pago nunca se realizó con el dinero del préstamo, sino que se le cargó a los accionistas de la naciente entidad.
Es decir, la compra terminó pagándose con plata de quienes estaban vendiendo, lo que, a juicio de los Gilinski, era un movimiento irregular. Todo esto derivó en una larga pelea jurídica que al final no dejó ni ganadores, ni perdedores y sí una seguidilla de acusaciones de parte y parte que dejó una mala imagen en el mundo financiero y empresarial colombiano y, en Antioquia, una animadversión por el grupo del banquero, que aún hoy persiste.
Además, se decidió fusionar ambas entidades, el BIC y Banco de Colombia, dando origen a Bancolombia, momento que llegó con la expansión internacional de la entidad en Centroamérica.
En su momento, los Gilinski se sintieron afectados por la fusión e iniciaron procesos jurídicos, donde hubo capítulos de parte y parte, acusaciones mutuas, polémicas donde estuvieron involucrados directivos de las entidades financieras, autoridades de control y hasta el Banco de la República.
Las discusiones se dieron en estrados, medios de comunicación y en la publicidad de la época, en donde ambas partes expresaban sus distintos puntos de vista, tal como ocurre en la actualidad, motivo por el que varios analistas ha considerado la actual disputa como ‘la venganza de Gilinski’.
Aquella pelea se transó como mencionó el mismo Yepes sin ganadores ni perdedores pues “el acuerdo de transacción implica la cesación de todas las acciones civiles y comerciales entre las partes y el desistimiento de toda acción civil de las partes de los procesos penales”, apuntó el texto del comunicado emitido por las partes implicadas cuando anunciaron el fin de la disputa en 2010.
Por esta razón y otras como una forma de hacer negocios que no es similar a la de las más de 125 empresas que integran el GEA, sendas irregularidades en los procesos que han derivado tras ocho OPA y los fuertes ataques mediáticos al grupo antioqueño es que Gilinski, a pesar de su tono conciliador en varias asambleas, “no logra ni logrará convencer a los accionistas que no le han querido vender ni a los más de 100.000 colaboradores del grupo”, finalizó un empleado de Sura.