La guerra en Ucrania, el evento bélico de mayor trascendencia global desde la Segunda Guerra Mundial, entró en su primer aniversario este viernes, en un contexto de alto desgaste militar, miles de muertes y una tregua que, por lo pronto, no asoma en llegar.
Geopolíticamente hablando, la guerra en Ucrania también sacudió el tablero del orden mundial y, en medio de su desarrollo y final, se observará la reconfiguración de los polos globales.
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El origen de la guerra en Ucrania
En la madrugada del 24 de febrero de 2022, Vladímir Putin, presidente de Rusia, decidió lanzar un “operación militar especial” contra Ucrania, concretamente en los territorios de Donetsk y Lugansk, en el Donbás (este), tras haberlos reconocido luego de su autoproclamación como Estados independientes.
El mandatario moscovita respalda su actuar bajo el sentido de que esos territorios “son de sentimientos rusos”, un concepto que abarca mucho más allá de la nacionalidad y se remonta a los orígenes comunes de la Rus de Kiev (882-1240).
Así las cosas, el lanzamiento de misiles a Kiev hace un año consistió en “luchar” por la liberación de estos territorios, con los que la capital ucraniana mantiene una constante guerra civil desde los sucesos del Euromaidán en 2014.
¿Cómo llegó la guerra en Ucrania a su primer año?
Más allá de los discursos grandilocuentes que puede tener el mandatario ruso sobre la guerra en Ucrania, lo cierto es que el hecho de cumplir un aniversario es un rotundo fracaso para las fuerzas armadas rusas.
Toda vez que desde el Kremlin se aseguró que la caída de Kiev “era cuestión de días”, aún y con la ayuda que podrían brindar los aliados de Occidente, entre esos, la OTAN.
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“La guerra que Rusia pensó luchar no es la misma guerra que ha luchado. En este año las tropas rusas y el gobierno ruso han evidenciado enormes dificultades logísticas y se han enfrentado a unas fuerzas ucranianas que han logrado importantes victorias en el campo de batalla”, explicó Janiel Melamed, docente de relaciones internacionales de la Universidad del Norte y experto en seguridad internacional.
En este sentido también coincide Víctor Mijares, coordinador de la maestría en Estudios Internacionales de la Universidad de los Andes. “Llega (al año) en una situación muy dramática. Se ha extendido más de lo que se esperaba en donde Ucrania ha resistido estoicamente la invasión de un país más poderoso en teoría y que parecía más decidido en lograr una conquista total”.
En consecuencias sociales, la guerra ha dejado miles de muertos de ambos bandos militares (cifras varían según la fuente), así como civiles fallecidos, y más de 13 millones de desplazados, según cifras de la ACNUR, ocho millones de ellos en territorio europeo, una gran mayoría en países vecinos, como Polonia.
En cuanto a la economía, una guerra directa entre los mayores exportadores de trigo, entre otros granos, llevó a una escasez del mismo y a una sobrevaluación de su precio, así como del petróleo, el gas natural y otras materias primas, inclusive llevándolos a niveles récord.
La economía rusa, de la que se esperaba una caída abrupta por la oleada de sanciones, finalmente logró resistir, entre esas por la entrada de dólares productos de mayores ventas a socios como China e India, aprovechando un barril de crudo a más de US$100.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó una caída del 2,3 % del PIB ruso en 2022, muy en línea con los datos preliminares del mismo gobierno que cifran en -2,5 % el revés de la economía moscovita el año pasado. El FMI prevé que en 2023 tenga un pequeño repunte de 0,3 %.
Por otro lado, la economía de Ucrania habría caído más de 35 % en 2022, de acuerdo con las estimaciones del mismo gobierno y de la ONU.
¿Cómo llegan Ucrania y Rusia al año de la guerra?
Tras un año de combates en el terreno, tanto Ucrania como Rusia llegan fatigados a este punto del conflicto y en una especie de estancamiento, a la espera de una nueva ofensiva moscovita o la llegada de mayor apoyo militar a Kiev por parte de los aliados.
“Ahora mismo la confrontación dependerá de las capacidades económicas e industriales de los protagonistas involucrados y de su red de aliados, así de su capacidad armamentística y del teflón político que sus sociedades pueden tener frente al saldo de sangre que podría traer la guerra”, apuntó Melamed.
Sobre el caso ucraniano, puntualizó Jesús Agreda, docente e internacionalista, este se enfrenta a “una cautela comprensible del mundo occidental que quiere evitar a cualquier costo que sus armas terminen atacando territorio ruso reconocido y que los pueda poner en un enfrentamiento directo con el agresor”.
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“El punto a favor que tienen es que la visita de Biden a Kiev, al igual que la de otros líderes demuestra un compromiso muy sólido con la causa ucraniana, sin embargo, hay que tener en cuenta los factores domésticos de esos países (facciones del partido republicano por ejemplo en Estados Unidos) que podrían hacer tambalear ese apoyo”, complementó Agreda.
A pesar de que en Rusia se presente un incipiente pero existente descontento por no haber logrado los objetivos militares de forma rápida, en el territorio euroasiático se muestran decididos a lograrlos definitivamente.
Por tal razón, Víctor Mijares, plantea que el final de la guerra no estará literalmente en el campo de batalla, sino que se tratará de una derrota desde un punto de vista estratégico, diplomático y político.
“¿Qué líder resistirá las presiones internas de la continuidad de la guerra? ¿Quién mantendrá la firmeza de los objetivos originales? Creo que la guerra está, sobre todo en este momento, que descubriremos cómo será el nudo final cuando vemos cuál gobierno resiste más”, apuntó Mijares.
A un año de la guerra en Ucrania, ¿la paz está lejos de llegar?
A pesar de que, a lo largo de un año de guerra en Ucrania, la oportunidad de acabar el conflicto con un tratado de paz hoy en día está lejos de llegar, especialmente porque las partes así lo han dejado claro, al menos, públicamente.
Actualmente las partes están claramente divididas entre sus propios significados de lo que implica la paz. Mientras para Rusia implica el reconocimiento de las zonas ocupadas y la retirada de Ucrania de sus pretensiones con la OTAN o la Unión Europea, para Kiev es enteramente al revés.
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“Frente a eso, la posibilidad de una solución negociada desaparece y solo queda una posible victoria militar, lo que hace que la red de aliados de cada uno se vuelva esencial”, apuntó Agreda.
Vale la pena recordar que Estados Unidos y demás países de la OTAN, como gran parte de la Unión Europea; así como Japón, entre otros, se han mostrado como aliados de Ucrania en el conflicto.
Por el lado de Rusia, su vecina Bielorrusia e Irán son sus socios más directos en el conflicto, mientras que India y China se muestran en territorio neutral, aunque ligeramente inclinados hacia Moscú, recordó Jainel Melamed.
Ahora bien, de cara al futuro del orden internacional en un hipotético fin del conflicto bélico, Estados Unidos y los aliados necesitan una estrategia de contención para disuadir las aspiraciones militares rusas, de acuerdo con Alexander Vershbow en un análisis para el Atlantic Council.
El exembajador estadounidense en Moscú señaló que esta estrategia debe “elevar el costo para Rusia por su comportamiento” y “desvincularla cada vez más de la comunidad internacional, política y económica” hasta que “vuelva a ganarse el derecho” de ser tomada en cuenta como un socio.