Los sindicatos franceses, unidos contra la reforma de las pensiones del presidente, Emmanuel Macron, endurecieron el tono este sábado, en la cuarta jornada de manifestaciones masivas en menos de un mes, con la amenaza de paralizar el país el 7 de marzo.
Así, los líderes sindicales lanzaron un nuevo mensaje en forma de advertencia clara.
En su comunicado, dijeron que van a «amplificar» sus protestas con una quinta jornada de huelgas y manifestaciones el próximo jueves 16 de febrero, pero eso sólo será una primera etapa para poner más presión y obligar a que la reforma se retire.
«Si pese a todo el Gobierno y los parlamentarios hicieran oídos sordos a la contestación popular», pedirán «que se endurezca el movimiento paralizando todos los sectores de Francia el 7 de marzo».
Aunque el secretario general de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT, primer sindicato del país), Laurent Berger, se cuidó en puntualizar que no se trataría de una huelga general, añadió que podrían recurrir a prácticas de «nuestros amigos españoles», como crear espacios de debate dentro de las empresas y bloquear ciertos centros de actividad.
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Nuevas consideraciones de los sindicatos franceses
Berger, conocido por su habitual moderación en línea con el tono reformista y pactista de su sindicato, quiso escenificar su exasperación por lo que consideró «una locura democrática» del Gobierno por no escuchar a tanta gente que sale a la calle de forma repetida y pacífica.
Su otras veces rival y ahora gran aliado, el secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT, segunda central francesa), Philippe Martínez, señaló que, aunque «hay mucha gente en la calle» eso «por ahora» no basta para que Macron rectifique.
«La pelota -subrayó Martínez- está ahora en el tejado del presidente de la República y del Gobierno, para saber si el movimiento tiene que amplificarse o endurecerse o si tiene en cuenta las movilizaciones actuales y vuelve a la razón».
En los cerca de 250 desfiles que se organizaron en todo el país, la policía contó 963.000 personas, mientras que la CGT anunció 2,5 millones.
Son cifras netamente superiores a las de la última movilización del martes 7 de febrero (entonces el Ministerio del Interior anunció 757.000 manifestantes y la CGT dos millones), aunque no tan elevadas como las de la precedente, el 31 de enero.
Además, las manifestaciones no degeneran en violencia, más allá de algunos incidentes aislados de grupos radicales, que son una constante en casi cualquier tipo de marchas, como los que se pudieron ver este sábado en Rennes o en París, donde hubo contenedores y un coche quemados y al menos ocho detenidos.
El proyecto de reforma de las pensiones, que esta semana ha empezado su trámite en la Asamblea Nacional (cámara baja) pretende en primer lugar retrasar la edad mínima de jubilación de los 62 años actualmente a 64 y acelera el aumento a 43 años del periodo de cotización necesario para cobrar una pensión completa.
El Gobierno ha cedido en algunos puntos marginales, pero solo para contentar a los parlamentarios del partido conservador Los Republicanos, que son fundamentales para que el texto salga adelante.
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