Los gobiernos de Argentina y Brasil presentarían esta semana, en el marco de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), la propuesta de una moneda común, en aras de fomentar la integración regional.
Esta propuesta, que ya se venía discutiendo desde antes de la asunción de Luiz Inácio Lula da Silvia en Brasil, busca “elevar una voz única” de América Latina hacia el mundo, en especial, en estos tiempos de diferentes desafíos macroeconómicos, sociales y geopolíticos.
Así las cosas, la iniciativa, que por lo pronto lleva nombre de Sur, representaría el 5 % del producto interno bruto (PIB) mundial y coexistiría, por lo pronto, con el real brasilero y el peso argentino, una de las monedas más devaluadas frente al dólar el pasado año.
Para Gabriel Orozco, docente de relaciones internacionales de la Universidad Simón Bolívar, lo primero que hay que analizar es si efectivamente esta propuesta es viable.
“Las condiciones para una integración monetaria, y sobre todo la construcción de una moneda única, no tienen que ver solamente con intenciones políticas o con emular el modelo europeo”, afirmó.
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Para el analista, hay que precisar si esto implicaría la creación de un modelo de banco central a nivel regional, similar al europeo, una idea que no goza de mucha aceptación, a su juicio.
“Los países latinoamericanos son muy celosos de su soberanía y en un momento de diferentes desafíos donde se prevé una desaceleración, lograr que haya una especie de solidaridad monetaria es muy difícil”, apuntó.
No obstante, para el analista, sí puede llegar a ser más viable una mayor “coordinación fiscal” a nivel regional, como la que plantea el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo.
Los puntos a favor y en contra de una moneda común
En un principio, la iniciativa de una moneda común solo aplicaría para Brasil y Argentina, aunque no se descarta que posteriormente se vaya incluyendo otros países de la región.
Asimismo, en un primer lugar, esta moneda buscaría reemplazar la dependencia del dólar estadounidense en las transacciones comerciales.
“Esto tendría un impacto positivo especialmente para Argentina cuya economía ha sufrido mucho con la falta de dólares, y desarrollar esta iniciativa con Brasil es importante porque el país es un socio comercial clave”, apuntó Leandro Lima, analista senior de Control Risks en Brasil.
Para el experto, la implementación de esta moneda común “requerirá un alto y perdurable nivel de coordinación entre los países”, lo que es un desafío porque “habrá resistencia de importantes sectores políticos y económicos brasileños que desconfían de la inestabilidad argentina”.
Vale recordar que la inflación en Argentina cerró el 2022 en 94,8 %, la más alta en 100 años, mientras que en su vecino fue de 5,79 %, tras el incremento de las tasas de interés.
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Ahora, los beneficios económicos para Brasil aún no están claros y para Lima solo se trataría, en un principio, de un beneficio desde el punto de vista geopolítico.
En esto coincide Andrés Abadía, economista jefe de Pantheon Macroeconomics para América Latina. “Sería un desastre en estos momentos, especialmente si no se resuelven los problemas estructurales de estas economías, o al menos se aminoran, antes de embarcarse en este proyecto”, apuntó
“Los costos de incurrir en un proyecto como este sobrepasarían con creces los posibles beneficios de una unión, debido a las condiciones iniciales de estos países, particularmente de Argentina”, aseguró Abadía.
Moneda única, una propuesta reiterativa
La creación de una moneda única en América Latina no es una propuesta tan olvidada. Recientemente, en la toma de posesión de Gustavo Petro, el presidente del Senado, Roy Barreras, comentó sobre esta iniciativa.
“Para que de la mano de las otras naciones latinoamericanas decidamos compartir un destino común, una sola agenda de competitividad, un Parlamento Latinoamericano vinculante, ojalá una moneda”, mencionó Barreras.
El presidente de Chile, Gabriel Boric, un día después, no descartó la idea, aunque reconoció que falta un largo camino para lograrla.
“Estos mecanismos específicos (moneda única) son muy complejos. Son procesos de largo aliento y tenemos mucho que avanzar antes”, complementó.
En el pasado reciente también se buscó esta integración monetaria a través de la Unasur.
En 2009, se impulsó el Sistema Unitario de Compensación Regional, conocido como Sucre, una unidad de cuenta común para las transacciones comerciales dentro de los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba).
Al ser una unidad de cuenta común, el Sucre no funcionaba como una moneda en sí, sino más bien un sistema de intercambio con un valor de US$1,25 por unidad transaccional. Ecuador, con más de 6.000 transacciones entre 2011 y 2016, y Venezuela, como promotor, fueron los países que más emplearon esta unidad dentro del extinto bloque de países.