La economía colombiana vive uno de sus momentos más críticos, producto de la inflación y la devaluación del peso que no cede. Adicionalmente, la recién reforma tributaria radicada que desde ya genera incertidumbre en algunos sectores. Vea más de noticias empresariales aquí
De acuerdo con el índice Big Mac, presentado por la revista The Economist, el peso colombiano se consolida hoy como una de las monedas más devaluadas del continente, por encima del sol peruano, el lempira de Honduras, el peso chileno y los córdobas de Nicaragua.
Estos fenómenos en la economía nacional han producido un aumento acelerado de los precios de los insumos, materias primas y servicios, lo que ha generado un efecto dominó en la cadena de suministro de cientos de empresas.
Para Oskar Sarquis, CEO de Suplos, compañía latinoamericana que ofrece un sistema en la nube integrado end to end, “cuando la inflación hace que los precios de los insumos y servicios aumenten, la cadena de suministro lleva la peor parte. El incremento de costos que las organizaciones necesitan para operar sigue creciendo, por lo que su rentabilidad se ve abollada”.
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Pero, ¿cómo pueden las empresas salvaguardar su cadena de abastecimiento prevenir los efectos?
Hacer pronósticos macroeconómicos: prepararse para un incremento de tasas, puede generar, por ejemplo, apalancarse más con proveedores que con el sistema financiero.
También se puede incluir forwards de tasa de cambio en los contratos de gran envergadura, en los que sea viable asumir un costo adicional por la protección de una mayor devaluación del dólar.
Diversificación de proveedores: construir capacidades para obtener un suministro de proveedores con diferentes niveles de exposición a la inflación y devaluación, puede contrarrestar un incremento abrupto en los precios.
Revisión y uso de provisiones de contratos vigentes: las áreas de compras pueden revisar términos relacionados con precios fijos. Para la parte vendedora, se debería investigar la forma en que en el incremento de costos se puede trasladar a los clientes.
Usualmente, un incremento de costos de suministro por sí solo no puede constituirse como una alegación de fuerza mayor para honrar los contratos.
Negociar enmiendas a contratos existentes: cuando llegue una solicitud de incremento en precios, los compradores deben verificar que esté atado a la inflación y no una mera expectativa de subir la utilidad, a cambio de una aceptación en precios.
Evitar precios fijos por largos periodos de tiempo: compradores y proveedores pueden atar los costos de suministro a índices, para dar claridad y visibilidad de las expectativas de los incrementos.
En el caso de Colombia para el suministro de bienes puede ser el IPC con una tasa de referencia para el dólar y para el caso de servicios, el incremento del Salario Mínimo Legal Vigente anual.
Racionalización: para conseguir este objetivo, las empresas de manera estratégica deben determinar cuáles son las áreas en los que los precios están subiendo y pensar en tácticas específicas para cada tipo de costo.
Esto incluye: el manejo de inventarios, los costos laborales y otras áreas en donde pueda existir recortes sin sacrificar la calidad del producto o servicio.
Tecnología e innovación: la incorporación de tecnología en la cadena de suministro puede hacer más eficiente la operación en número de personas y en los tiempos de respuesta. Además, permite diagnosticar con Analytics los puntos más álgidos que requieren atención de los líderes de la cadena de abastecimiento.
Finalmente, la puesta en marcha de proyectos que conlleven a la reducción de costos y optimización de procesos, permitirá que en el largo plazo se puedan amortiguar situaciones coyunturales. En esto, la implementación de tecnología para el abastecimiento puede generar hasta un 15 % de ahorro promedio.