Guerra Ucrania-Rusia: FMI prevé mayor inflación y caída del PIB en Europa por invasión

El Fondo Monetario Internacional prevé que para 2022 el crecimiento económico para las economías avanzadas de Europa será del 3%.

58 días de guerra en Ucrania. Foto tomada de la cuenta de Twitter @DefenceU

Este viernes se completan 58 días de la invasión que adelanta el presidente ruso, Vladimir Putin en Ucrania. A la fecha, la guerra ha provocado la migración de más de 5,1 millones de ucranianos a otros países en condición de refugiados. Lea más en noticias económicas internacionales.

Desde el principio de la invasión, los diferentes organismos internacionales han advertido sobre los efectos que conllevará para la economía mundial y, en especial, de estas dos naciones. Este viernes el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó la edición de abril de su informe Perspectivas económicas de Europa, en el que advierte sobre la alta inflación que sufrirán Rusia y Ucrania, además de la contracción de su PIB.

La guerra tendrá graves consecuencias económicas para Europa, al haber estallado antes de que terminase la recuperación de la pandemia”, advierte el FMI.

La entidad hace énfasis en que, antes de que iniciara la guerra, pese a que las economías avanzadas y de mercados emergentes de Europa habían “recuperado gran parte de las pérdidas de PIB de 2020, el consumo privado y la inversión seguían en niveles muy inferiores a las tendencias de antes de la crisis”.

Lo anterior sin dejar de lado que la guerra ha provocado un fuerte incremento de los precios de las materias primas y trastornos del suministro, hechos que, a juicio del Fondo, “impulsarán todavía más la inflación y afectarán negativamente los ingresos de los hogares y los beneficios de las empresas”.

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En ese sentido, el FMI prevé que para 2022 el crecimiento económico para las economías avanzadas de Europa será del 3%, 1 punto porcentual menos frente a las previsiones de enero de 2022. Entre tanto, pronostica que las economías emergentes de Europa (excluidas Belarús, Rusia, Turquía y Ucrania), experimentarán un crecimiento del 3,2%, es decir, 1,5 puntos porcentuales menos que lo previsto por el Fondo en enero.

El Fondo Monetario Internacional cree que la economía rusa cerrará el 2022 en -8,5% y la ucraniana experimentará una contracción más fuerte, hasta llegar a -35%.

Guerra Ucrania-Rusia: FMI prevé mayor inflación y caída del PIB en Europa por invasión

«En Rusia, se espera que las sanciones y la incertidumbre sin precedentes afecten la inversión y las exportaciones, además de deprimir las importaciones y el consumo privado», reseña el informe. El FMI aclara que, si bien el sector energético ruso fue excluido de las sanciones de Occidente, «hay indicios de que las exportaciones rusas de energía están siendo evitadas en el mercado».

«Y, lo que es más importante, las economías de Alemania y muchos países de la Unión Europea han empezado a dejar de depender de las fuentes de energía rusas», añade. De acuerdo con el organismo, entre el 60% y 70% de la demanda actual de petróleo y gas natural proveniente de Rusia podría dejar de existir en los próximos años, «lo que obligaría a Rusia a diversificar sus exportaciones hacia otras regiones». 

Alta inflación

En lo que respecta a la inflación, el FMI aumentó sus previsiones en 2,2 puntos porcentuales desde las perspectivas de enero para las economías avanzadas de Europa hasta llegar a 5,5%, mientras que para las economías de mercados emergentes de Europa (excluidas Belarús, Rusia, Turquía y Ucrania), prevé que el costo de vida se ubicará en 9,1% al cierre de 2022, aumentó 3,4 puntos porcentuales desde el informe de enero. “Las pérdidas de producto serán mucho mayores en Rusia y, sobre todo, en Ucrania”, anota.

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“La guerra ha generado nuevos riesgos. Una guerra prolongada aumentaría el número de refugiados que huyen hacia Europa, ahondaría los cuellos de botella en las cadenas de suministro, agudizaría las presiones inflacionarias y profundizaría las pérdidas de producto. El riesgo más inquietante es el de frenada brusca de los flujos de energía procedentes de Rusia, que causaría importantes pérdidas de producto, en particular en muchas economías de Europa central y oriental”, explica el Fondo.

El FMI destaca que la invasión ordenada por Putin el pasado 24 de febrero supone un “shock en la oferta”, en términos económicos, y, en consecuencia, “agrava los desafíos en materia de políticas creados por la pandemia”. En razón a lo anterior, la entidad considera que una de las tareas que enfrentan las autoridades económicas es la de facilitar el ajuste gradual a estos shocks desencadenados por la guerra, como la subida de los precios de las materias primas y nuevas fuentes de energía.

“La política fiscal resulta más adecuada que la monetaria a la hora de abordar estos nuevos shocks. Se debería permitir el libre funcionamiento de los estabilizadores fiscales automáticos y, a la vez, destinar gasto adicional a la ayuda humanitaria a los refugiados, así como a transferencias a hogares de bajo ingreso y empresas vulnerables, pero viables”, dice.

En lo que atañe a la inflación, que está por encima de las previsiones de enero, el FMI cree que la política monetaria debe mantener su rumbo hacia la normalización. “El ritmo de retiro del estímulo monetario debería variar según las circunstancias económicas, siendo más rápido allí donde las expectativas de inflación corren el riesgo de desanclarse. Es importante que las autoridades económicas corten de raíz las espirales de precios y salarios”, explica.

Por último, destaca que la guerra y sus secuelas se sumarán a los retos estructurales que enfrenta Europa tras la pandemia.

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En el caso de Ucrania, explica que la infraestructura social y económica destruida por la invasión que adelanta el Kremlin deberá reconstruirse, para ello se necesitarán grandes flujos de financiamiento procedentes de donaciones.

“La mejora de la seguridad energética exige políticas que refuercen la resiliencia y aceleren la transición a energías más verdes. Para promover nuevos motores de crecimiento y reasignar factores, se requieren políticas laborales y educativas activas y pasivas, diseñadas para mejorar las condiciones de trabajo, reducir los costos de la transición y aumentar las aptitudes de la fuerza laboral”, concluye.

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