La familia de José Hernández lleva tres generaciones tejiendo sombreros. Es de Tuchín, Córdoba, una tierra de vallenatos y altas temperaturas al norte de Colombia en la que el sombrero vueltiao es una prenda esencial para frenar el calor intenso del Caribe colombiano, y un sustento para las familias indígenas del pueblo Sinú.
Hernández creó SombVueltiao, un emprendimiento que nació en 2009 buscando que los indígenas y artesanos tuvieran canales para vender sus productos al consumidor final, sin intermediarios que se quedaran con las ganancias. (Vea aquí más historias de emprendedores).
Todo comenzó por una cuenta en Facebook en la que publican su trabajo con la caña de flecha, la palma amarga y el palmito dulce, para transformar esos cultivos en sombreros, bolsos, anillos y cualquier prenda que el comprador solicitara.
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El primer año fue una exploración continúa para entender cómo funciona ese ecosistema digital. Ya para 2010 percibieron cómo esas publicaciones e interacciones se traducían en dos ventas mensuales, indicador de un solo dígito que fue creciendo año a año hasta lograr romper la cadena con el intermediario.
Cada compra en Som Vueltiao es una conexión directa con los indígenas artesanos, quienes antes de tener esa plataforma vendían sus productos logrando una ganancia de solo el 5 % o el 10 %; mientras que los intermediarios, apalancados en el valor cultural del sombrero vueltiao, comercializaban el producto a precios elevados.
“A los cinco años empezamos a recoger frutos. Al principio fue duro, hacía otras cosas y no dejé de venderle al intermediario. Con el tiempo mejoré la producción de contenidos para las cuentas de Facebook e Instagram, amplié la oferta de productos y me capacité en marketing digital”, relata José Hernández.
De dos ventas al mes, pasaron a un promedio de 30 y luego a una media de 100. Siguieron creciendo y para el séptimo año SombVueltiao vendía hasta 300 unidades de prendas tradicionales, con lo que reinvirtieron las utilidades en equipos para mejorar la producción de contenidos y se especializaron en el manejo de redes sociales.
Redes: una herramienta para los negocios
El 90 % de las ventas de ese emprendimiento se dan a través de redes sociales. Un 5 % se generan en el canal directo, una tienda física en Tuchín que abrieron porque los turistas llegaban al pueblo preguntando por “el vueltiao” que conocieron en Facebook o Instagram, y el restante corresponde a otros canales.
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Las primeras semanas de cuarentena por la aparición de la Covid-19 fueron críticas para la empresa porque las ventas se frenaron. Entonces, la estrategia de José Hernández fue aprovechar ese tiempo para mostrar en redes las historias de los indígenas artesanos, dejando en manifiesto el impacto del emprendimiento en 250 familias de cinco municipios de Sucre y Córdoba.
“Después de un mes en crisis pudimos generar 5.000 ventas mensuales: en ese momento la empresa creció 300 %. Lo que teníamos proyectado que pasara en diez años, sucedió en plena pandemia”, relata Hernández. El siguiente paso fue aprovechar ese impulso para internacionalizar la empresa.
SombVueltiao llega a todos los países de América, menos a Venezuela; España, Francia, Grecia, Italia y Reino Unido también están en la lista de compradores de “el vueltiao”, una acogida gracias a la que en este 2021 han tenido meses en los que fabrican hasta 10.000 productos para responder a los encargos.
“Facebook nos aportó herramientas para formarnos en el manejo de la plataforma. Gracias a Facebook Ads encontramos una herramienta en la que podíamos poner nuestras reglas de juego y los artesanos vieron cómo ganar hasta el 80 % de la utilidad por un sombrero vueltiao”, detalla Hernández.
La meta de Som Vueltiao es convertirse en la tienda virtual de artesanos más grande del mundo en los próximos cinco años, un objetivo para el que ya tejen alianzas en pro de la internacionalización de “el vueltiao”.