El próximo 31 de julio Estados Unidos llegará a su techo de deuda. Ese término se utiliza para referirse al límite de pasivos que puede tener la administración federal, un monto que se traza periódicamente y pone un margen a la capacidad de endeudamiento del Gobierno.
Ese valor está fijado en US$28,5 billones y, una vez se alcance, el Departamento de Tesoro de la Casa Blanca se quedaría sin la posibilidad de pedir prestado dinero para pagar sus obligaciones, desde los salarios, pasando por los giros a los ciudadanos, hasta llegar a gastos más complejos como los intereses.
El calendario corre contra el tiempo de la administración de Joe Biden. Para resolver ese obstáculo, demócratas y republicanos deben negociar un número límite legal de endeudamiento. Pero, si no lo consiguen, podría presentarse un cierre de la administración.
Así las cosas, la tarea de la secretaria de Tesoro, Janet Yellen, es tomar medidas con premura para evitar que Estados Unidos entre en una situación de impago.
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Este es un panorama ya conocido en los pasillos de la Casa Blanca, pues en los últimos diez años se registraron tres cierres a los gobiernos provocados por el techo de deuda: uno en 2012 y dos en 2018.
La incertidumbre por la cercanía de la fecha límite del techo de deuda ya se siente en los mercados y los rendimientos de deuda de Tesoro a corto plazo anotaron una subida del 0,05 %.
No obstante, según apuntó Reuters, hasta ahora los legisladores republicanos no han hecho públicas declaraciones que amenacen con un cierre de la administración, mientras que los demócratas apelan por aplicar un incremento “limpio” al límite de deuda.
Estados Unidos gasta más dinero del que recibe, por lo que ve necesario acudir a préstamos a través del Tesoro, que se efectúan a partir de bonos. Con la suma de esos montos se traza el techo de deuda.
Ese valor ha marcado al alza en los últimos años. Para 2013, el límite de endeudamiento estaba en US$16,7 billones, valor que registró un comportamiento alcista durante la administración de Donald Trump (ver gráfica).
Joe Biden lleva seis meses en la Casa Blanca y en este lapso las negociaciones en materia económica no han sido un asunto sencillo para su administración. El Congreso desinfló su ambicioso plan de infraestructura por US$2,3 billones y lo redujo a US$1,2 billones y no se han materializado sus planes sobre migración.
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