Este año estuvo especialmente marcado para el normal ejercicio del comercio de materias primas en el mundo. El cierre de fronteras, el hecho de que la industria del transporte quedara quieta y las exportaciones se vieran seriamente afectadas, a cuenta del coronavirus, dejaron un año particular para el petróleo y el oro.
En enero, las perspectivas para el segmento petrolero eran favorables: la referencia Brent empezaba un buen 2020, en cerca de US$66 por barril, incluso conociendo las consecuencias del impacto del coronavirus en China.
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La relativa estabilidad duró poco más de un mes, pues hacia febrero el virus impactó con fuerza Europa y en marzo aterrizó en economías de América Latina. Las restricciones al transporte aéreo, las cuarentenas generalizadas y la desescalada productiva que se dio desde el tercer mes del año impactaron significativamente al petróleo.
Tal fue el fenómeno que, sumado a las consecuencias de una guerra de precios entre potencias petroleras, llevaron al WTI a cotizar, por primera vez en la historia, en -US$37 en abril (correspondiente esto último al vencimiento del contrato de mayo).
Al tiempo que eso pasaba, los inversionistas buscaron activos más estables, activos refugios que pudieran sopesar en parte las pérdidas que dejaba un barril menguado por los cierres. El oro entonces hizo su aparición.
Mientras el petróleo de referencia Brent apenas se recuperaba sobre los US$30, el oro crecía para tocar máximos históricos. En abril llegó a los US$1.700 por onza, comportamiento que se siguió dando a lo largo de junio, julio y agosto, mes en el que alcanzó su máximo de 2020: US$2.056 por onza.
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Para el octavo mes del año, mientras el oro se estabilizó en los US$1.800 (ritmo que mantiene), el petróleo empezó a sentir un nuevo respiro. Los anuncios de levantamiento de confinamientos, y el retorno restringido a la normalidad, mejoraron las perspectivas.
Impulsados por reducciones en la producción petrolera, el WTI y el Brent subieron hasta los US$41 y US$43, respectivamente. Ya para el último trimestre de 2020, momento en que se conocen avances significativos de las vacunas contra el coronavirus, el mercado petrolero se recupera a niveles de prepandemia, alcanzando su punto más alto el pasado 17 de diciembre, momento en que el Brent llegó a US$52,22 y el WTI se situó en US$49,11.
Para la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) 2021 promete ser un año de reactivación. Los precios podrían estabilizarse cerca de los US$50, tanto así que se volverá a abrir el grifo para que la producción del material aumente.
Bajo este contexto, el barril Brent perdió US$15 tras empezar 2020 en US$66,30 y el haber terminado en US$51. El WTI restó US$16 cuando se compara su precio del primero de enero: US$61,71 y su cierre de año, que fue de US$47. Para el caso del oro hubo un crecimiento en cerca de US$300, al pasar de US$1.500 por onza a US$1.888.
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