Banco de la República recortó previsión de PIB para 2019; elevó la de déficit de cuenta corriente

- Publicidad - El Banco de la República reveló hoy el Informe al Congreso con corte a junio de 2019. Estas son sus principales conclusiones: Dado el contexto interno y externo descrito, el equipo técnico del Banco de la República revisó los escenarios de pronóstico para el crecimiento de la economía colombiana en 2019. Dicho […]

El Banco de la República reveló hoy el Informe al Congreso con corte a junio de 2019. Estas son sus principales conclusiones:

Dado el contexto interno y externo descrito, el equipo técnico del Banco de la República revisó los escenarios de pronóstico para el crecimiento de la economía colombiana en 2019.

Dicho ejercicio incorporó el desfase entre el crecimiento observado del PIB durante el primer trimestre del año frente a su pronóstico para dicho período; evaluó las características específicas del choque; examinó los indicadores líderes disponibles, e incorporó el escenario de la economía mundial según lo reseñado en los párrafos anteriores.

El resultado fue una reducción del pronóstico de crecimiento del PIB para 2019 desde 3,5% a 3,0%; esta proyección contempla una aceleración de la actividad económica durante el segundo semestre de 2019.

La revisión de la proyección tuvo en cuenta, entre otros factores, las expectativas de un fortalecimiento de la demanda interna estimulada por una oferta de crédito amplia a tasas de interés bajas, en el marco del estímulo provisto por la política monetaria y fiscal.

El banco supone el pleno cumplimiento de la meta de déficit fiscal del 2,4% del PIB para 2019 presentada en el Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP).

El equipo técnico del Banco de la República redujo el pronóstico de crecimiento de los socios comerciales de Colombia en 2019 de 2,2% a 1,8%, lo que significa una expansión inferior al 2,4% que alcanzaron los socios comerciales del país en 2018.

Inflación

El moderado aumento de la inflación durante la primera mitad del año, a pesar de las presiones de oferta señaladas, se explica por la existencia de factores fundamentales que contribuyeron a contener los incrementos de precios. En efecto, debido a un crecimiento económico inferior a su potencial, la economía continúa operando con excesos de capacidad productiva, lo cual reprime presiones sobre los precios asociadas con el crecimiento del gasto.

Esta misma circunstancia ha contribuido a mantener las expectativas de inflación cerca de la meta y a evitar la transmisión de la depreciación del peso a los precios.

Esto ha permitido que la inflación básica se haya mantenido estable en torno a la meta del 3,0%, y que la inflación de la subcanasta de no transables haya continuado descendiendo hasta situarse en 3,36% en junio.

Finalmente, en el contexto de un mercado de trabajo holgado, no ha habido evidencia de presiones inflacionarias originadas en aumentos de los costos salariales.

En lo que resta del año los factores anteriores continuarán contribuyendo a moderar las presiones inflacionarias provenientes de los choques en los precios de los alimentos y los regulados.

Adicionalmente, a medida que estos últimos vayan perdiendo fuerza, deberá observarse una convergencia de la inflación hacia la meta del 3,0% en 2020.

No obstante, subsisten riesgos asociados con una devaluación no prevista que pudiera presionar los precios de los bienes transables, o con la prolongación inesperada de los cierres viales que continúen afectando los precios de los alimentos en Bogotá y otras regiones del país.

El fenómeno de El Niño seguirá presionando al alza la inflación al consumidor por unos meses más, a lo que se suma el impacto del cierre de la vía al Llano; sin embargo, hacia el cuarto trimestre y comienzos de 2020, con la normalización de las condiciones climáticas y la reapertura de la vía, el efecto de dichos choques debería comenzar a desvanecerse.

Por otro lado, dado el crecimiento previsto, la economía seguiría presentando excesos de capacidad productiva y una brecha del producto negativa por varios trimestres más, lo que permite descartar presiones sobre precios asociadas con el aumento del gasto.

Hacia el mediano plazo tampoco se prevén cambios significativos en el nivel del tipo de cambio que puedan generar alzas de consideración en los precios de los transables, ni presiones de costos salariales dadas las condiciones relativamente holgadas que seguirá presentando el mercado laboral.

Los precios de los alimentos, en particular de los perecederos, seguirán siendo fuente de presiones alcistas sobre la inflación al consumidor durante el tercer trimestre, como consecuencia de los efectos del fenómeno de El Niño, el cual debe extenderse hasta finales del verano del hemisferio norte, de acuerdo con la información más reciente.

A esto se suman los aumentos de los costos de transporte que está ocasionando el cierre de la vía principal al Llano, con los consiguientes aumentos de precios en alimentos, sobre todo en Bogotá.

No obstante, la normalización de las condiciones climáticas y la reapertura de la vía (que según los anuncios oficiales debe ocurrir a finales del tercer trimestre) deberá conducir a una normalización paulatina de los precios y a un descenso de la inflación de alimentos y de la total hacia el cuarto trimestre del año.

Esta tendencia se prolongaría hacia la primera mitad de 2020, lo que hará posible que la inflación total converja al 3,0%.

Los precios de los regulados también continuarían siendo otra fuente de presiones alcistas en lo que resta de año y hacia 2020, especialmente por cuenta de las tarifas de energía eléctrica, aunque en menor medida que en el pasado reciente.

Las circunstancias que han llevado a reajustes relativamente altos en estos precios desde el año pasado seguirán presentes en los próximos trimestres. No obstante, el descenso de los precios internacionales de los combustibles en los últimos meses hacia niveles más sostenibles y la ausencia de presiones cambiarias importantes deberán llevar a una mayor estabilidad en el precio interno de la gasolina en el mediano plazo, con reajustes menores que en trimestres anteriores.

De esta manera, la variación anual de regulados, aunque seguirá siendo relativamente alta, deberá decrecer y no sería un impedimento para el descenso de la inflación al consumidor hacia la meta en 2020.

El descenso de la inflación a finales de año y su convergencia a la meta en 2020 podría enfrentar riesgos al alza en caso de que el tipo de cambio tienda a depreciarse más de lo previsto.

Una situación como esta repercutiría en alzas en los precios de los transables, afectando las expectativas de inflación y retrasando la convergencia de la inflación a la meta.

Otro riesgo al alza puede surgir si los cierres de vías se prolongan más de lo previsto, afectando de manera más duradera los precios de los alimentos en ciudades como Bogotá, y vía expectativas, a la inflación total.

Cuenta corriente

Para 2019 se prevé que el déficit en la cuenta corriente se ubicaría alrededor del 4,4% del PIB (antes era de 4,3 % del PIB), lo que significaría una ampliación frente al déficit de 3,9% observado en 2018. –El Gobierno espera que sea de 4,1 %-.

Este pronóstico toma en cuenta el bajo crecimiento esperado de la demanda mundial, que se reflejaría en un balance comercial más deficitario para el país. Lo anterior sería el resultado de unas importaciones que mantendrían su senda positiva de crecimiento a medida que la demanda interna se fortalezca, combinado con un lento crecimiento de las exportaciones, afectadas por sus bajos precios y el magro desempeño de nuestros socios comerciales.

Banco de la República recortó previsión de PIB para 2019; elevó la de déficit de cuenta corriente

Reservas internacionales
En general, los resultados de este ejercicio muestran que el monto de reservas internacionales con el que actualmente cuenta el país es suficiente para cumplir con las amortizaciones de la deuda externa, financiar el déficit de la cuenta corriente y continuar importando por espacio de 9,5 meses en el evento extremo de un cierre total de los mercados externos.

Por otra parte, la comparación de estos indicad res con los de otros países de la región, como Brasil, Chile, México y Perú, muestra que Colombia siempre se encuentra en un punto intermedio.

La adecuada liquidez internacional con que cuenta el país contribuye a aumentar la confianza de los mercados, lo que se refleja en menores primas de riesgo.

Construcción

Algunos análisis recientes coinciden en señalar que la contracción de la construcción de edificaciones fue motivada por el escaso dinamismo de las ventas de vivienda nueva para los segmentos distintos de la vivienda de interés social (VIS) y de interés prioritario (VIP).

Debido a ello, el promedio de meses de espera para la venta de una unidad de vivienda nueva se incrementó, lo que incidió en una acumulación de inventarios en los estratos de vivienda media y alta, lo cual desestimuló el lanzamiento de nuevos proyectos.

En tanto se normalicen los inventarios, no se prevé una reactivación importante de este segmento de la construcción en lo que resta del año.

Por el momento el estímulo a la recuperación de esta actividad provendría de la vivienda VIS y VIP gracias a los mayores recursos y programas que adelanta el Gobierno Nacional. Para 2020 se espera que finalice el ciclo bajista de la construcción de vivienda.

Consumo interno

Cabe esperar que el consumo privado mantenga un buen ritmo de expansión impulsado por la mayor capacidad de compra soportada por el mayor flujo de remesas del exterior, en un contexto de amplia disponibilidad de crédito a tasas de interés relativamente bajas y una inflación cercana a la meta.

Así lo sugieren los indicadores recientes de ventas al por menor y de ventas de vehículos.

No obstante, los incrementos recientes de la tasa de desempleo podrían eventualmente limitar el dinamismo del consumo privado.

Por otra parte, la desaceleración del consumo público observada en el primer trimestre podría revertirse en la segunda mitad del año, como resultado de la mayor ejecución de recursos del Gobierno Central en el contexto de las metas fijadas en el Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP), y del avance o terminación de programas a cargo de las autoridades regionales y locales, como suele ocurrir al finalizar sus períodos de mandato.

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