Los biocombustibles de tercera generación no son sostenibles, ni funcionales, porque son obtenidos «de lo mismo que comemos», comenzó diciendo Gregg Bauer, fundador del Centro de Formación, Excelencia y Liderazgo de Cambridge y experto en energías renovables.
Durante el Foro Internacional Ciudades con Futuro en Medellín, mencionó que los biocombustibles de segunda generación son una mejor opción, pues se hacen con switchgrass, en español pasto varilla, pero su problema es que para cubrir el suministro mundial habría que sembrarlo en todo el territorio de Estados Unidos y Rusia.
Finalmente, la mejor alternativa son las algas, que crecen rápidamente y que contienen en un 50 % aceite.
Además, el 50 % restante se puede convertir en fertilizante.
Mencionó que, en Alabama, han experimentado con unas bolsas de plástico donde colocan aguas residuales «y dejan que el sol haga lo suyo» para convertirlas en potable.
En resumen, «la respuesta para los combustibles serán las algas, se verán granjas de algas a gran escala muy pronto para suministrar esa fuente de energía», comentó el experto. Además, planteó la posibilidad de energía solar en el espacio.
El precio de esa fuente de energía renovable no convencional se está reduciendo «dramáticamente, ya casi se vuelve competitivo»
Explicó que la energía del sol que llega a la tierra es solo un pequeño porcentaje de la que genera.
«Tiene sentido colocar las granjas solares en el espacio. La idea de tenerlas allí se está volviendo práctica, pueden decirlo que aquí lo escucharon primero», dijo Bauer.
Las granjas solares flotantes pasarán la energía a la tierra por medio de láseres, y su eficiencia sería superior a las granjas de acá.